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Editorial
Jueves 16 de marzo de 2017
Seguro escolar
La competencia en el sector salud ha llevado a que algunas clínicas que ofrecen este seguro le agreguen servicios y garantías complementarias...
Los altos costos de la salud y las dificultades que enfrenta el sistema de salud privada debido a la poca voluntad demostrada por la autoridad de impulsar reformas que lo fortalezcan y la falta de propuestas para perfeccionarlo inclinan a los usuarios a recurrir progresivamente a ciertas alternativas complementarias, particularmente -y en la medida de las posibilidades de cada cual- a seguros que comprendan una buena y rápida atención, sin tener que afrontar gastos inabordables. Un buen ejemplo de ello es el seguro escolar.
Uno de los mayores temores de las familias chilenas, y probablemente en muchos otros países del mundo, es no poder afrontar los gastos médicos ante la eventualidad de un accidente o enfermedad de uno de sus integrantes, lo que ha favorecido la opción de contar con una protección como la que ofrece el seguro escolar. En efecto, un aumento de alrededor del 15 por ciento ha experimentado la demanda por esta cobertura que tiene un costo anual promedio de 40 mil pesos por persona y que incluye todos los costos de atención en caso de accidentes o traumas ocurridos durante la etapa escolar, con un tope de alrededor de 20 millones de pesos. El monto sube en un 30 por ciento si se trata de estudiantes universitarios, debido a la complejidad de las lesiones que ocurren a esa edad, particularmente producto de los deportes extremos y los accidentes automovilísticos; de allí que solo el 20 por ciento de estos contratos corresponda a jóvenes universitarios.
La alta competencia que existe entre quienes ofrecen estos seguros -que, a pesar de no ser obligatorios, igual son exigidos por algunos establecimientos educacionales- ha llevado a muchas clínicas a agregar algunas garantías complementarias para hacer más atractiva la oferta, como traslados en helicóptero, la gratuidad desde el cuarto hijo o la extensión de los beneficios a los abuelos de los asegurados, facilitando la vinculación de todo el grupo familiar con el centro médico.
En el caso de los seguros escolares, se calcula un uso recurrente -en promedio dos veces por niño al año-, lo que resulta beneficioso para los centros médicos privados, pues les permite vincularse con un número potencial de pacientes y sus familias. Además, las personas parecen asimilar con toda claridad que se trata de un seguro con el que se cubren del riesgo de enfrentar una contingencia que desborde sus presupuestos, pero nadie está pensando en que debe obtener una retribución en servicios equivalente al monto que paga de prima. Se trata de un aspecto que ha sido muy difícil de socializar en la cobertura de las isapres.
El aumento de la contratación del seguro escolar muestra la necesidad que tienen las familias de contar con una amplia protección para sus hijos en edad escolar, pero también implica agregar un ítem adicional al presupuesto familiar que se ve recargado por los gastos en las compras de uniformes, útiles escolares, textos que no siempre son bien utilizados e implementos deportivos. De allí que sea necesario disponer de iniciativas que alivianen la carga de aquellas familias numerosas, especialmente en un contexto de baja natalidad.