Por motivos que a falta de otra denominación podríamos tildar de profesionales, me veo obligado frecuentemente a dar una opinión sobre eso que, también a falta de otro calificativo, podríamos llamar el estado del país y los escenarios futuros. Durante larguísimo tiempo me las he arreglado, a veces acertando y otras, las más, errando, pero con todo sigo en el oficio. Pero todo en un momento llega a su fin. Si soy honesto conmigo mismo, debo admitir que estoy en un punto ciego. No sé exactamente qué está pasando ni para dónde van las cosas, y me genera angustia la presión que siento cuando la gente me lo pregunta y no tengo cómo responder.
No sé, por ejemplo, lo que sucede con la economía. Las cifras son francamente negativas y van de mal en peor, incluyendo el empleo. Pero contrariamente a lo que yo suponía, esto no ha producido un clima de alarma o desasosiego en la población. Y lo entiendo. La vida cotidiana transcurre como siempre. Las empresas y los que tienen empleo formal ahí están, trabajando duro. Los que han perdido el empleo, o no quieren ser asalariados, están haciendo "pololos", ofreciendo "asesorías" o inventando negocios que satisfacen las demandas más estrafalarias, y por lo visto, al menos hasta ahora, no les va mal. La mejor prueba de que estamos lejos de una crisis fue el panorama que ofreció el verano: carreteras colapsadas, pasajes agotados, playas colmadas, hoteles completos y comercio abarrotado.
¿Que no tiene sustento en los " fundamentals "? ¿Que ya pronto se va a acabar? No sé. Lo que sí sé es que el lobo se viene anunciando desde hace bastante tiempo, y su rostro aún no aparece. Tanto así que a veces da por pensar que la economía chilena posee una energía subterránea que no es captada por las estadísticas y los expertos. No sé.
No sé, tampoco, lo que sucede entre los chilenos y los empresarios. The Economist nos acaba de notificar que, entre los países de la OCDE, somos los que les tenemos más bronca. ¿Cómo se explica entonces que eligiéramos a uno de ellos Presidente de la República en 2010, y quizás lo elijamos de nuevo en los próximos meses? Pero no es solo esto. El deseo de hacer negocios se expande como mancha de aceite. Quedé impactado por lo que vi en el sur, donde pasé las vacaciones. No hay lugar donde no se arrienden cabañas, no se vendan arándanos, frambuesas, quesos, empanadas, o no se ofrezca comida casera -y, desde luego, gaseosas y papas fritas-. Asimismo, no hay tampoco localidad donde no se esté levantando una casa, no por el gobierno, sino por sus propios dueños. Es el reino del emprendimiento, basado en el celular, la camioneta y la cuenta RUT, sin planificación ni asalariados, sin facturas ni AFP.
No sé lo que sucede en el campo de la política, ni menos lo que va a pasar. Todo está en el aire, incluyendo la sobrevivencia de los partidos políticos y la viabilidad de las candidaturas y las primarias. Lo que sé es que Piñera aún no decide si será candidato ni cuándo exactamente lo anunciará; que no importa lo que haga o diga Guillier, sigue alto en las encuestas; que a pesar de estar haciendo todo lo que debe hacer un candidato, Lagos no prende, y que el PS está analizando aún el mecanismo. La DC presumo que no se someterá nuevamente a una primaria que la deje amarrada a un candidato hostil, más aún después del numerito del PC ante la ofensa del régimen cubano a la familia Aylwin. Siempre está la posibilidad de un terremoto que cambie por completo el escenario político, como el que azota a la derecha en Francia, pero más no sé.
Mi perplejidad quizás obedezca al quiebre provocado por las vacaciones, y ya se pasará. O quizás responda a algo más profundo, y es que finalmente he aprendido a vivir en la incerteza. No sé.
Mi perplejidad quizás obedezca al quiebre provocado por las vacaciones, y ya se pasará. O quizás responda a algo más profundo, y es que finalmente he aprendido a vivir en la incerteza.