Durante el verano de 1917, "El Mercurio" describía las maravillas de la selva valdiviana,"con gigantescas nalcas y helechos", y la belleza de los lagos y volcanes del sur. Se leía que si bien aquellos destinos merecían una visita, había muchas incomodidades para los viajeros que allí llegaban, tras largas horas en tren: "Los carros están mal aseados, los transbordos son continuos y detestables. En un recorrido de más de mil kilómetros no hay un carro comedor, lo que obliga a los pasajeros a comer apresuradamente en las estaciones".

Por ello, fue muy bienvenida la noticia sobre la organización de la Sociedad de Fomento del Turismo, cuyo fin era "procurar los medios para que los chilenos y extranjeros, que quieran recorrer el país por razones de negocios, salud o placer, encuentren comodidad y agrado".

La institución estaba formada por ilustrados personajes, como Ramón Subercaseaux, Alberto Mackenna y Carlos Silva Cruz, que querían concientizar a las autoridades y a la ciudadanía sobre la necesidad de fomentar el turismo, además de mejorar los servicios relacionados con el rubro: "En naciones ricas en recursos y poco conocidas como la nuestra, el turismo puede revestir una nueva faz si vive asociado al espíritu de empresa. Contamos con innumerables bellezas, como el océano, los lagos y las aguas termales. Pero faltan disposiciones primordiales no solo para atraer viajeros, sino también para darles confort en su alojamiento y facilidades para visitar las localidades que les interesen".

Claramente, el trabajo que tendría por delante esta agrupación era enorme, pues ni siquiera existían folletos sobre las atracciones de Chile. Se comentaba que era necesario ir a la Biblioteca Nacional para acceder a información sobre algunos rincones del país.

En paralelo a la promoción a través de propaganda, había que preparar a las distintas regiones para recibir a los turistas. Desde capacitar a guías turísticos hasta mejorar los caminos, hermosear las ciudades, estimular la industria del hospedaje y crear museos.

Asimismo, la sociedad apelaba a "fomentar el amor por la naturaleza y a estimular el interés por conocer nuestro territorio". De ahí que pedía al gobierno que en los colegios "se promueva el gusto por las excursiones, el respeto hacia los turistas y el concepto de que cada viajero que cruza Chile es un factor de adelanto y riqueza para la región".