Este martes se celebró el "Día internacional de la lengua materna", proclamado por la Conferencia General de la Unesco en 1999 con el fin de promover la diversidad lingüística y cultural en el mundo. El Consejo Nacional de la Cultura y las Artes invitó a sumarse a esta conmemoración relevando el aporte de las lenguas originarias a la riqueza de este país pluricultural, en cuyo territorio están presentes el mapudungún, aimara, quechua, rapanui, yagán y kawésqar.

En esa línea, destacó la ministra subrogante Ana Tironi, el Consejo de la Cultura está desarrollando diversas iniciativas "para fomentar el uso y revitalización de esas lenguas", lo que se funda en la "convicción de que el valor de la diversidad lingüística es fundamental para fortalecer la identidad de los pueblos indígenas y la fortaleza (sic) cultural del país".

Un rol principal ha asumido en ese aspecto la Política Nacional de la Lectura y el Libro vigente para el período 2015-2020, que considera entre sus principios fundamentales la diversidad cultural y la interculturalidad, y cuya comisión de pueblos originarios impulsó la celebración de este día en nuestro país. Así, algunos coloridos afiches diseñados por el Plan Nacional de la Lectura -"principal aterrizaje y concreción" de esta política, en palabras del ministro Ottone- nos informan que palabras que usamos a diario vienen de las lenguas indígenas: "carpa" y "pampa", del quechua; "cahuín" y "quiltro", del mapudungún; "wawa" (guagua), del aimara.

Una loable iniciativa de rescate y valoración de aquellas lenguas amenazadas por la falta de uso o de reconocimiento en la sociedad. Sin embargo, también podría haber sido incluida en esta celebración nuestra principal lengua materna, el español.

Según el censo de 2012, el 11,11% de la población chilena se declaró indígena y perteneciente a uno de los nueve grupos aborígenes reconocidos en la legislación chilena -84,11%, mapuche; 6,25%, aimara; 2,53%, diaguita; 0,74 %, quechua; 0,76 %, kolla; 0,46 %, rapanui; 0,33 %, atacameño; 0,1 %, kawésqar, y 0,07 %, yagán-, sin que esto signifique que su primera lengua sea la de sus orígenes y ni siquiera que la hablen.

Un idioma no es solo el alfabeto y el lenguaje, sino una cultura, una manera de entender el mundo y relacionarnos con él. Por eso, la lengua materna, o propia, es determinante en cómo nos constituimos como personas y como sociedad. Es por ello fundamental rescatar esas culturas amenazadas con la desaparición de su idioma, pero también cuidar y otorgarle valor a la lengua que hablamos mayoritariamente y que de acuerdo al uso particular que le damos en Chile -con todas las influencias de nuestras raíces indígenas-, nos distingue entre los más de 500 millones de hispanohablantes que hay en el mundo.