Se quejan muchos de que la gente habla demasiado. Si alguien se toma la palabra no la suelta, sin siquiera constatar qué nivel de interés provoca su cuento o su historia o su opinión. Hay quienes reconocen que se alejan de los grupos para concentrarse en alguien a quien quieren ver y ahí se quedan. La vida social de un grupo de amigos puede llegar a ser un gritadero más que una reunión.
Es solo ansiedad lo que vemos en esta descripción. Algo hay de eso. Pero también puede leerse una profunda soledad. Ser invisible puede ser puro dolor.
Todos queremos que nos conozcan. No frívolamente, no por ego, no por inseguridad, no por conveniencia. Sino porque cuando se es persona y no gato o perro, necesitamos algún nivel de reconocimiento de nuestros pares. Esto se suele asociar a lo profesional, pero es mucho más que eso. Es aquello que llamamos "persona" la que quisiéramos dejar plasmada en los ojos o la mente de un otro u otra.
Pero, si nadie hace preguntas, estoy obligado a imponer mi tema o mi conversación o mi ansiedad de ser reconocido de manera torpe.
Nadie pregunta. Sí, se hacen las preguntas educadas de rigor. Pero preguntar es haber escuchado lo que el otro dijo y querer ahondar o comprender el significado de lo que dijo y la razón por la cual emitió esa opinión.
Hacer preguntas y detenerse a escuchar las respuestas y contrapreguntar no solo es un regalo para quien habla, lo es también para quien escucha, y no es un decir.
Cuando escuchamos y algo de lo que oímos nos hace sentido o nos identifica, inmediatamente dejamos de ser unos ovnis solos sobre el planeta. Hay un otro que tiene algo que decirme que me obligará, tal vez, a hacerme preguntas o a profundizar sobre algo que no estaba del todo en mi universo.
Por eso la cortesía, la conversación frívola, el copucheo sobre terceros, la banalidad constante, es tan útil en la vida social. Nos da un marco de comportamiento. Por eso también ha estado ahí siglos tras siglos.
Eso no es preguntar, es rellenar. Preguntar requiere una previa visión de los seres humanos, que pueden ser o no interesantes, pero sí pueden ver y saber cosas que yo no veo y eso es lo que hace la riqueza de conversar.
O sea, hagamos preguntas. Es más entretenido y también más util y también más serio.
"Detenerse a escuchar y contrapreguntar es no solo un regalo para quien habla, lo es también para quien escucha".