Costos de las precipitaciones y vacíos

En medio de la natural ralentización de la actividad pública que caracteriza a febrero, puede ser sintomático que algunos de los temas que mayor atención concitan sean el resultado de precipitaciones o de vacíos en la forma en que los representantes políticos han abordado cuestiones relevantes. Tal es el caso de los problemas que han puesto bajo interrogante la futura situación legal de varios de los más importantes partidos del país. Estos se encuentran trabados en un laberinto de disposiciones que -según reconocen ahora parlamentarios- fueron aprobadas teniendo presente lo que estimaban como una presión ciudadana, antes que la búsqueda de coherencia normativa. Resultado de ello, en lugar de la anhelada recuperación del aprecio público, las colectividades han añadido nuevo descrédito a su imagen.

Pero también en temas que pueden tocar más directamente la cotidianidad de las personas se percibe el efecto de una equivocada manera de enfrentar asuntos de trascendencia. Ejemplo es lo que ocurre con el sistema privado de salud, puesto en evidencia a raíz de la crisis experimentada por la Isapre Masvida. Ciertamente las dificultades de esta se originaron en errores de su propia administración, pero los problemas consiguientes -desde la difícil búsqueda de nuevos socios hasta la incertidumbre de sus afiliados- han sido agravados producto de debilidades en el marco normativo que regula al sector. Ello, si bien hace tiempo que los nudos críticos se encuentran bien identificados; entre otros, cuestiones como una interpretación jurídica que en los hechos congela los precios de los planes de quienes recurren ante la justicia, o el tratamiento de las preexistencias, que deja a grupos de afiliados virtualmente cautivos de una institución. El mundo político -y más específicamente el Gobierno- ha dilatado indefinidamente la discusión de una reforma que dé salida a estos problemas. Sean o no razones ideológicas -como se ha especulado- el motivo subyacente a esta postergación, el hecho es que está provocando daños concretos tanto al sistema de salud privado como a miles de ciudadanos atendidos por este.

OAS, un ruido molesto

Ha de ser incómodo para el Gobierno tener que salir repetidas veces a descartar la existencia de irregularidades en el financiamiento de la campaña que llevó por segunda vez a La Moneda a la Presidenta Michelle Bachelet, y más específicamente a desmentir las versiones publicadas por la prensa brasileña sobre un supuesto aporte de la constructora OAS, involucrada en los escándalos de corrupción en ese país. En verdad, el único antecedente que hay a ese respecto es un trascendido de lo que supuestamente podrían declarar un publicista y un ejecutivo en el marco de eventuales acuerdos de delación compensada. No se conocen, pues, elementos serios que puedan cuestionar la credibilidad de lo dicho por las autoridades.

Con todo, el tema introduce indeseado ruido y, por lo mismo, va en el interés del propio gobierno que las investigaciones que lleva a cabo la fiscalía sobre eventuales vínculos de OAS con campañas chilenas avancen con prontitud y rigor. En ese sentido, corresponde valorar antes que criticar el viaje del fiscal nacional a Brasil, invitado por su par de esa nación a un encuentro que reunió a los ministerios públicos de los distintos países en que se indagan eventuales ramificaciones del caso denominado Lava Jato. Los mecanismos de cooperación y las coordinaciones que allí se establecieron debieran contribuir a la eficacia de las indagatorias.

Retorno de Piñera

Con el retorno a Santiago del ex Presidente Sebastián Piñera ha comenzado la cuenta regresiva para su decisión de volver a postular a La Moneda. Parece difícil que la determinación sea distinta de una afirmativa, pero es probable que ella se dilate hasta la segunda o tercera semana de marzo, en coordinación con los consejos generales que deben realizar los dos principales partidos de Chile Vamos, RN y la UDI.

Aunque el ex mandatario exhibe buen posicionamiento en las encuestas, los mismos sondeos anticipan una disputa estrecha. En ese contexto, sus opciones dependerán de su capacidad y la de su sector para ofrecer una propuesta atractiva que, proyectando la capacidad de gestión que caracterizó su primer mandato, sepa hacerse cargo de las debilidades políticas que lastraron a esa administración. Ello, junto con saber sintonizar con una ciudadanía que, escéptica frente a los paternalismos, sí demanda que se le garanticen ciertas seguridades básicas. Factor crítico será el modo en que Piñera establezca una separación clara y creíble entre política y negocios. Él ya ha manifestado disposición para ir más allá de la ley en estas materias. Tal voluntad debiera tener expresión concreta desde el momento mismo en que adopte una decisión sobre su candidatura.