El primer libro de Arelis Uribe, que antes había destacado en concursos literarios y periodísticos, es muy bienvenido. Se trata de una colección de relatos incisivos, amargos y divertidos a la vez, que abordan con rara lucidez la experiencia vivida por quienes hoy bordean la treintena. Está, por una parte, la internet rudimentaria de los módems, las primeras citas a través de vías digitales, los sistemas para compartir música que abrían la posibilidad de chatear. El terrible desengaño de saber, en el encuentro cara a cara, que los dichos están muy lejos de la realidad. Y, por otra, esa experiencia es vivida, o narrada, desde el punto de vista de los pocos alumnos de colegios subvencionados y públicos que logran quebrar el cerco de la miseria y mirar, desde las universidades, hacia otro horizonte. Pero no hay nada épico en los relatos de Uribe, ni menos moralina ligada al deber ser: más bien se trata del impulso de fuga, de las ganas de arrancar, de salir de familias quebradas y ambientes miserables. "Me acuerdo del comedor lleno de caca de paloma", escribe la narradora del mejor cuento del libro y que le da su nombre, una historia que comienza en el Liceo Polivalente Ministro Abdón Cifuentes de La Cisterna. El quiosco del Liceo de Cholchol, en La Araucanía, donde la protagonista va a evaluar proyectos educacionales, quiosco que podría servir, según la directora, para que los alumnos hicieran prácticas profesionales, "parecía un baño químico olvidado en un peladero". Uribe retrata sin ninguna complacencia y mucha eficacia ambientes míseros y degradados, una periferia que captura sin patetismo alguno y con un estilo directo, fluido y veloz que rehúye -para bien del libro- los excesos de lo que podríamos llamar la literatura aspiracional, aquella que pretende que la apariencia culta, la referencia indicativa de un amplio mundo y el derroche sentimental reemplacen el verdadero talento. Que Uribe, sin duda, tiene.
Otra dimensión crucial del libro se refiere a las experiencias amorosas de las protagonistas. Muestran a una generación con menos prejuicios y barreras, capaz de entusiasmos, de ambigüedades y de tránsitos que muy poco tiempo atrás parecían impensables. Aunque la mayoría de las historias -o todas- no tienen un final feliz, Uribe derrocha aquí una libertad y una falta de prejuicios que el lector agradece. Y no se trata solo de amores, sino también de esas amistades adolescentes y juveniles -entre mujeres, entre hombres, entre mujeres y hombres- que pueden ser, por qué no, de las experiencias más marcadoras en la historia personal.
Arelis Uribe
Los Libros de la Mujer Rota,
Santiago, 2016.
88 páginas