Esta película se inicia con un elegante desplazamiento continuo de la cámara que en poco más de un minuto registra dos acciones convergentes: una cajera que llega a abrir un banco y un auto que se mueve por las calles laterales. Se trata del asalto a la sucursal del Texas Midlands Bank en el pueblo texano de Archer City, cometido por dos hermanos, Toby (Chris Pine) y el exconvicto Tanner Howard (Ben Foster), que ha pasado en prisión 10 de sus 39 años.
No es una historia elegante, desde luego, pero David Mackenzie multiplica esos movimientos fluidos y exactos a lo largo de los 142 minutos en que desenvuelve la historia. Como lo anticipa ese plano inicial, la convergencia es el otro factor relevante. Los hermanos Howard asaltan tres sucursales bancarias en la misma mañana, y antes de que culminen la faena se ponen en acción los
rangers Marcus Hamilton (Jeff Bridges) y Alberto Parker (Gil Birmingham). El veterano Hamilton, que está a solo días de jubilar, deduce con toda precisión lo que hacen los hermanos.
Mackenzie sigue esta parte con un montaje alterno clásico y limpio, que permite que fluya el engranaje de la historia. Y sobre todo, que crea el espacio para los diálogos sarcásticos, burlescos, cortantes y amenazantes que definen las relaciones entre todos los personajes, incluso de los más accesorios.
Este es el aspecto más llamativo de
Nada que perder: un Texas deprimido, empobrecido, poblado de letreros que ofrecen créditos, que hacen pensar en una pesada cadena de deudas e hipotecas. Es un ambiente donde todo el mundo odia a los bancos: los que los defienden, los que los protegen e incluso quienes los administran. Y los bancos -el sarcasmo del Texas Midlands- siguen haciendo negocios, que la mayoría de las veces expolian a la gente, aunque alguna vez también la favorecen.
Es un Texas hundido en la pobreza y el desempleo, pero igual en el tedio y en la violencia a flor de piel. Los hombres son sexistas, machistas, racistas y xenófobos, condiciones que comparten muy en especial el hermano estúpido, Tanner, y el
ranger inteligente, Hamilton. Es un mundo de valores primitivos y prejuicios calcarizados, donde ya han estado los personajes de los hermanos Coen y donde probablemente están los votantes de ya sabemos quién.
Y a pesar de todo eso, la elegancia y la seguridad con que filma Mackenzie consiguen que la tristeza envuelta en la historia se proyecte con una ternura otoñal, pesarosa, fatalista. Este tipo de paradojas es el material del que están hechas los buenos filmes.
Hell or high water
Dirección: David Mackenzie.
Con: Jeff Bridges, Chris Pine, Ben Foster, Gil Birmingham, Marin Ireland, John-Paul Howard.
142 minutos.