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Editorial
Sábado 04 de febrero de 2017
Modernización de FF.AA. argentinas
"De concretarse, esta será la primera compra de aeronaves nuevas en los últimos 40 años, considerando que durante la presidencia de Menem se adquirieron 36 cazabombarderos A4, pero que eran de la época de la guerra de Vietnam y habían sido reacondicionados en EE.UU...".
La noticia de que Argentina estaría interesada en comprar 15 cazas rusos MiG-29 da cuenta de la velocidad con que el ministro de Defensa trasandino, Julio Martínez, está poniendo en marcha el actual proyecto de modernización de las Fuerzas Armadas de su país. El Presidente Mauricio Macri anunció el diciembre pasado una inversión de US$ 2.500 millones entre 2018 y 2019 para equipar las Fuerzas Armadas, donde se estudian múltiples opciones.
Argentina arrastra desde hace años un importante déficit en su capacidad aeromilitar. Durante la guerra de las Malvinas/Falkland perdió 72 aviones y durante los doce años de gobierno kirchnerista casi 100 más por falta de repuestos. De hecho, en 2015 Argentina dio de baja sus últimas unidades Mirage, quedando sin aviones de combate supersónicos.
De concretarse, esta será la primera compra de aeronaves nuevas en los últimos 40 años, considerando que durante la presidencia de Menem se adquirieron 36 cazabombarderos A4, pero que eran de la época de la guerra de Vietnam y habían sido reacondicionados en EE.UU.
La Armada, en tanto, contemplaría adquirir cuatro patrulleras oceánicas multipropósito, mientras que el Ejército ve con interés la posibilidad de comprar entre 10 y 30 vehículos blindados para el transporte de tropas.
La modernización y reequipamiento de las FF.AA. argentinas ha sido una prioridad desde el comienzo para el Presidente Macri, quien ha enfatizado que las fuerzas militares están llamadas a participar del control de las fronteras, la lucha contra el narcotráfico y la colaboración en situaciones de emergencias climáticas.
Es que en un mundo como el actual, para todo país resulta imprescindible contar con una fuerza militar profesional. Es decir, bien entrenada, familiarizada con los avances tecnológicos propios de su ámbito y dotada del equipamiento más moderno posible. Y esto no necesariamente pensando en su carácter disuasivo. La última guerra que se libró en Sudamérica fue la que enfrentó a Perú con Ecuador -afortunadamente- hace más de 20 años, en 1995.
La vigilancia de las fronteras es un ámbito en el cual cada vez se están involucrando más las fuerzas militares, ya sea por la extensión de los territorios (como el de Brasil) o por su accidentada geografía (el caso de Chile). Y no solo para controlar el acceso de inmigrantes indocumentados, sino como una forma de combatir el tráfico de drogas, el terrorismo, el desplazamiento de grupos armados y la explotación ilegal del medio ambiente. Asimismo, tal como ha quedado demostrado con los devastadores incendios que han afectado a nuestro país, la participación de fuerzas militares bien equipadas es imprescindible para ayudar a la población, mantener el orden y facilitar el trabajo de los equipos de emergencia.
Es muy importante el esfuerzo económico que significa para Argentina su modernización militar, dada la precaria situación en que se encuentra en materia de equipamiento. Eso ratifica los beneficios de contar con un sistema de financiamiento para las Fuerzas Armadas ajeno a la contingencia política, como el que ha tenido nuestro país desde hace décadas, y la necesidad de tener a la vista ese atributo en el proceso de modernización de nuestra legislación en la materia.