De todas las especies, los seres humanos somos quienes tenemos un lenguaje rico, sutil, vasto y que da cuenta de las ideas y experiencias que queremos compartir con otros.
Sin embargo en ninguna especie hay tantos malentendidos como en la nuestra. Porque en algún punto creímos que la palabra era todo. Y eso que es real en la capacidad de compartir el conocimiento, no lo es a la hora de compartir las emociones. Porque además de palabras y conceptos, estamos expresando en el tono de voz, en la postura, en la mirada, en la velocidad de la palabra mucho más que con las palabras mismas. Tenemos un lenguaje corporal. Tenemos un cuerpo que secreta hormonas u olores particulares y aquel con quien estamos comunicándonos tiene también un cuerpo que entiende y percibe mucho más allá de las palabras.
El lenguaje corporal apoya a las palabras o las contradice. Y es ahí donde nos podemos enfrascar en eternas discusiones sobre lo que me dijiste o me quisiste decir.
Parte de la honestidad que ayuda a una buena comunicación es hacer
coincidir el lenguaje verbal y el no verbal. Son parte del lenguaje no verbal: la mirada, la postura corporal, la gestualidad facial, el tono de voz, y el curso y la velocidad del lenguaje.
Cuántas horas de desencuentros se ahorrarían si aprendiéramos esta sintonía. "Es que tú me dijiste..." "Es que yo te conteste..." "Me lo dijiste enojado..." "No, estaba apurado"... etc., etc. El concepto de lo "objetivo" que puede ser tan importante en el mundo laboral, pierde valor en las comunicaciones humanas que intentan expresar emociones. No hay objetividad. Hay una humanidad que se expresa como puede, disimulando, mintiendo, gritando la verdad, llorando la pena, tratando de expresar lo que vive y siente. Es en estas situaciones donde es bueno romper la "objetividad" de lo dicho con palabras e intentar preguntar al otro qué quiso decir, qué siente cuando agrede o culpa o se queja.
Si el silencio es una linda forma de comunicarnos, también lo son las palabras, pero solo si las acompañamos de un lenguaje gestual y corporal concordante.
El resto es un gran desencuentro.
"En ninguna especie hay tantos malentendidos como en la nuestra. Porque en algún punto creímos que la palabra era todo".