A un milagro, por intercesión de sor Teresa de Los Andes, fue atribuida la recuperación del bombero chileno Héctor Uribe, siendo el hecho, con el informe clínico correspondiente, comprobado científicamente por los consultores médicos de la Sagrada Congregación para los Santos. La buena noticia llegó desde Roma el 21 de enero de 1987 y produjo rotundas muestras de alegría en amplios sectores del país.

"El Mercurio" informaba que "la comisión mencionada reconoce que la sorprendente vuelta a la vida del muchacho, luego de caer en prolongada muerte clínica, se debió a causas inexplicables. Al sufrir un grave accidente cuando intentaba apagar un incendio, su familia lo encomendó a la religiosa y sus signos vitales se restablecieron".

Por su parte, el arzobispo de Santiago, monseñor Juan Francisco Fresno, expresaba que "el documento deberá ser avalado por los teólogos del Vaticano, para que el Santo Padre, a través de un decreto pontificio, autentifique el milagro. Se ha superado el paso más exigente para proceder a la beatificación y, a no mediar contratiempo alguno, será muy pronto". Aludía, asimismo, a "que las virtudes heroicas de Teresita son un ejemplo para la juventud y de lo que ocurre cuando hay una buena disposición del corazón, una entrega sincera a Dios".

Se sucedían, en tanto, otras reacciones. Como la del padre Marino Purroy, vicepostulador de la causa: "Estamos en una etapa favorable. Lo más importante es la vida de fe de esta carmelita que falleció a los 19 años de tifus". Y el obispo de San Felipe, Manuel Camilo Vial, agregaba que "ya no hay mayores escollos por superar. Sin duda, Chile debe aprender de esta joven que encarnó los ideales del Evangelio".

Entre las diligencias pendientes, se esperaba la llegada del procurador de la causa, padre Simeón Tomás Fernández, "para estar presente en la exhumación de los restos de Juanita Fernández Solar, los que se encuentran en el templo de Los Andes. Una vez que el trámite haya concluido, se piensa construir en el sector de Auco el santuario definitivo donde se la venerará".

Finalmente, el 3 de abril de 1987 sor Teresa fue beatificada por el Papa Juan Pablo II durante su visita al país, en una ceremonia en el Parque O'Higgins, y él también la canonizó en la Basílica de San Pedro, el 21 de marzo de 1993, convirtiéndola en la primera santa chilena.