El año se inicia con un conjunto de encuestas que con todas las insuficiencias que estos instrumentos tienen, no obstante, marcan un cierto clima y estado de opinión pública en temas electorales, políticos, sociales y culturales.
En el contexto del gobierno de la Presidenta Bachelet y la Nueva Mayoría, los números no son favorables. El promedio de evaluación positiva, tanto de la Presidenta como del gobierno y de la coalición que lo respalda, está bajo el 25%, y con un rechazo o evaluación negativa que supera el 60%. Frente a esta situación, el gobierno y la Nueva Mayoría no pueden llevar a la política de los últimos 14 meses de gestión la canción favorita del Año Nuevo: "un año más, que más da". Por el contrario, este es el periodo en que el gobierno y la NM deben emprender una doble tarea: consolidar las reformas y proyectarlas para un próximo periodo; es decir, no hay desvinculación posible entre cómo finaliza su mandato el actual gobierno y el éxito o fracaso de la proyección política de ese mismo gobierno en la elección presidencial.
Las condiciones que a mi juicio permitirían una recuperación del gobierno en su evaluación, así como de la Nueva Mayoría, y sus efectos positivos en la presidencial de este año, pasan por tomar decisiones, por mostrar los avances y por colocar en evidencia que un triunfo de la derecha pone en peligro las reformas alcanzadas.
Tomar decisiones implica, entre otras, cerrar el proceso legislativo -en el sentido de poner urgencia- para la despenalización del aborto en tres causales, de amplia acogida ciudadana; enviar en el primer trimestre de este año el proyecto de matrimonio igualitario con adopción; colocar la máxima urgencia a las dos leyes orgánicas que materializan la legislación aprobada en la última semana con respecto a la elección de gobernadores regionales que implican un paso resuelto en la descentralización y la regionalización del país; tomar decisiones con respecto a la propuesta de nuevo sistema previsional, que implican, entre otros, el destino del aporte patronal, el fortalecimiento del pilar solidario y el rol de las AFP, si es que lo tienen, en la nueva contribución.
Mostrar los avances implica visibilizar con más fuerza el gran progreso en educación preescolar que ha conducido el Gobierno. En este tema no tenemos que olvidar que "Bachelet 1" recibió un 28% de cobertura preescolar y terminó con el 38% de cobertura, que el Presidente Piñera siguió avanzando y "Bachelet 2" culminará en su periodo con el 50% de cobertura preescolar. Mostrar y demostrar ese avance es una tarea imprescindible. Tenemos que demostrar el avance de la ley de inclusión, particularmente cómo evolucionar hacia el fin del copago, un gran alivio para las familias de capas medias, que para mantener a sus hijos en el mismo colegio o liceo no van a tener un copago obligatorio. Demostrar que la gratuidad en la educación superior avanza gradual pero sustantivamente, y que más de 200 mil alumnos y sus familias este año podrán estudiar con tranquilidad, sin la angustia de sus familias ante el endeudamiento o la asfixia económica mensual. Tenemos que demostrar el avance en infraestructura hospitalaria que, con todas las insuficiencias que ha tenido, constituye un salto cuantitativo y cualitativo en una de las principales demandas ciudadanas expresadas en las encuestas. Lo mismo ocurre con respecto a los avances en salud primaria y médicos especialistas. Tenemos que demostrar que con todas sus imperfecciones, la reforma tributaria -a lo menos- ha sido progresiva en la recaudación, que, de acuerdo a todos los estudios, se ha concentrado en el 1% más rico de la población. Tenemos, finalmente y entre otras cosas, que mostrar que los primeros impactos de la reforma laboral aprobada, no obstante sus insuficiencias, ha sido el crecimiento sostenido del número de sindicatos y trabajadores organizados en el último periodo. En las últimas horas el gobierno y la coalición han logrado priorizar la agenda legislativa, determinando prioridades en muchos de los temas mencionados, lo que es una buena señal para los desafíos del presente año.
Con respecto a mi candidato, Ricardo Lagos Escobar, y los resultados que han mostrado las encuestas, creo que son importantes dos señales de carácter estratégico: la primera, de la cual no tengo dudas, es que Lagos va a dar la pelea para la primaria de la Nueva Mayoría, en que por lo menos yo y mi partido (el PPD) lo acompañaremos hasta el final; la segunda es que para lograr el objetivo de ganar la primaria del 2 de julio, hay que entender que este año tenemos dos elecciones de naturaleza distinta: la primaria y la presidencial. Para ganar la primaria debemos tener claro quién vota en la primaria. Estos son: los militantes, simpatizantes y adherentes de los partidos que lo proclaman y del ancho mundo cultural, político y social de la izquierda y la centroizquierda en Chile. A ese mundo tenemos que conquistar. Ese mundo se reconquista con convicciones, con planteamientos claros que demanda ese universo, que en lo principal es una sociedad más justa y que exige coherencia entre ese objetivo y las políticas públicas tendientes a lograrlo. Movilizar a ese mundo requiere recuperar la mística y el espíritu de lucha de muchas personas que están decepcionadas, porque ven con frustración que, no obstante todos los avances en las más diversas áreas y temas, seguimos siendo una sociedad muy injusta. En materia del pasado -es decir, del Lagos Presidente-, junto con reconocer los errores, tenemos que reivindicar los enormes avances que logró dicho gobierno, que parece que a muchos se les ha olvidado: la ley de divorcio, la abolición de la censura; la ley de filiación; la reforma procesal penal; el desarrollo de la infraestructura; la implementación del primer derecho social universal (el AUGE), etc., etc.
Cuando muchos hoy día, en nuestro sector, dudan del liderazgo de Lagos, yo les recuerdo que éste logró desafiar a Pinochet y a Bush. "Qué duda cabe" de que enfrentará la primaria del 2 de julio.