Señor Director:

Después de salida a la luz la escandalosa historia de la Universidad Arcis -y las reacciones privadas, parlamentarias y gubernamentales-, es de esperar que la penosa situación de los jóvenes afectados deje claro que no importa, ni debe importar, el lineamiento ni naturaleza jurídica de una universidad, ya que esto no tiene relación alguna con lo que realmente debería preocupar: los estudiantes del país.

Al Estado no le debe preocupar -y menos restringir- que los jóvenes elijan libremente instituciones privadas, estatales, comunistas o liberales. Lo único importante debería estar en función de su seriedad: es decir, su calidad.

Fernando Claro V.
Fundación para el Progreso