Señor Director:

Una mirada refrescante y realista sobre desigualdad y educación nos entrega el profesor Claudio Sapelli en su reciente columna en "El Mercurio". Desde luego, la contundente evidencia de que gracias a la educación Chile exhibe un avance sustantivo en equidad, medido por el coeficiente de Gini o a través de sus propios estudios al segmentar por edades, donde las desigualdades se estrechan para cohortes más jóvenes. Lo otro, se olvida con facilidad que democratizar el acceso a la educación superior, como ha sucedido en Chile con el aumento en la cobertura, abre valiosas oportunidades para una mayor movilidad social e impacta positivamente en la productividad de la economía, pero tiene como correlato natural una caída en el retorno de los títulos universitarios.

El grueso de los periodistas, psicólogos, abogados, etcétera, ganan hoy menos y ven defraudadas sus expectativas de remuneraciones, no porque fueran "estafados", sino fundamentalmente porque hay más profesionales. Un simple ejercicio de oferta y demanda.

Con todo, haría hincapié en la contracara: la sensación de muchos egresados de haber estudiado en vano porque hemos tenido laxitud en materia de control de calidad de la oferta, como una realidad más extendida que lo razonable. Y lo segundo, es cierto que la mayor movilidad social ha elevado fuertemente la probabilidad de dejar la pobreza para miles de jóvenes, como señala Sapelli. Pero convengamos en que hay un porcentaje no despreciable de jóvenes para quienes el carro de la movilidad social aún no ha llegado. Son los miles de adolescentes que desertan de sus colegios antes de cuarto medio y otros que egresan, pero que no tendrán ninguna posibilidad de llegar a la educación superior. Y no solo es un tema económico, sino también por su precaria preparación académica en la educación pública. Allí, la deuda social es aún enorme. Por desgracia, las reformas educacionales emprendidas por este gobierno yerran en el diagnóstico y, por ende, avanzan soluciones que incluso pueden significar graves retrocesos.

Carlos Williamson
Investigador Clapes UC