Señor Director:

No sé si Carlos Peña mantenga, después de sus dos sucesivas cartas al Director, la sustentabilidad del epíteto "más papistas que el Papa", lanzado en su columna del pasado domingo a sus contrincantes en la discusión sobre el aborto. Se diría que ya no. Como se diría también -y así lo subraya el rector Ignacio Sánchez- que en realidad "el debate está donde siempre ha estado"; vale decir, en la licitud o ilicitud moral de privar de la vida a un ser inocente.

Al igual que respecto del señalado epíteto, creo que -una vez más lo reitero- para evitar la levedad del ser en materias de tanta hondura y trascendencia (materias realmente "sagradas" para millones de hombres, de diferentes culturas, a lo largo de milenios en la historia humana) no es serio caer en la tentación de jugar aquí a los palitroques con conceptos, o más bien imágenes, tales como la "invisibilidad" del perdón (realidad sustancial y existencialmente "visible", al tenor de mi carta del lunes 28), o el paralelismo de la "igualdad" y lo "supererogatorio" en el ámbito de la ley civil, así como con otras figuras.

Hace pocos meses se alzó en este espacio, y con positivos resultados, la voz concorde de maestros y académicos, expresando su preocupación por el grave síntoma que suponía para este país, ilustre por dos siglos de elevada tradición humanística, suprimir la filosofía en su currículum docente. Me mueve la convicción de que, al igual que en esa ocasión, solo a la luz de dicha tradición y animado por un sano orgullo respecto de ella, podremos enfrentar con unidad, cohesión social y sin ardides y precipitaciones logísticas los grandes desafíos a que nos empuja la modernidad en este y otros temas.

Jaime Antúnez Aldunate
Director Humanitas-PUC