¿Cómo sería un zombie danés? Este era un chiste de los 70, los años en que George A. Romero despertaba a los no muertos (que habían tenido una presencia solo episódica en la historia del cine) como otro de los terrores de destrucción masiva del siglo XX. A pesar de sus alcances apocalípticos, Romero hacía de los zombies un fenómeno esencialmente norteamericano, ligado al consumo, la desigualdad y el militarismo.
De ahí la pregunta: ¿un zombie nórdico sería, por ejemplo, más reflexivo, torturado, quizá más teológico? La respuesta está en
Ellos te están esperando: no. Son iguales a todos los zombies, ni más ni menos salvajes, voraces, contagiosos y muertos que todos los demás. El proceso es el que se conoce: un contagiado muere rápidamente y pronto despierta convertido en una fiera carnívora con cuyas mordidas recluta a nuevos zombies.
Esta película sigue los patrones establecidos por Romero y guarda una cierta semejanza con
Código: Trixie, una cinta de 1973 en la que un pequeño poblado de Pensilvania sufre una epidemia y es aislado por tropas militares que intentan evitar la expansión del mal. En el filme de Romero, rabiosamente antimilitarista, la causa era un accidente con un arma de guerra bacteriológica.
Aquí no hay causas. De un día para otro, el apacible suburbio de Sorgenfri es sometido a cuarentena porque una epidemia desconocida causa numerosas muertes. El relato se centra en un hogar: el matrimonio de Dino (Troels Lyby) y Pernille (Mille Dinesen), su hijo adolescente Gustav (Benjamin Engell) y la pequeña Maj (Ella Solgaard); un par de subtramas agregan a otras dos parejas secundarias. Las tensiones internas de las familias ocupan algunos minutos, pero no llegan a desarrollarse, porque muy pronto aparecen las tropas del ejército, en trajes especiales, fumigando el pueblo y prohibiendo la salida de los moradores. En los alrededores se instalan complejos científicos y algunas casas son cubiertas por grandes plásticos negros.
Los hechos sugieren una creciente pérdida del control. Por lo tanto, lo que sigue es más o menos previsible.
Este es el primer largo del cineasta Bo Mikkelsen, que se dedicó a los cortos por 15 años, en los que debió adquirir el oficio para dotar a este relato de un montaje crispado y filoso. No hay mucho más que esto: la primera película danesa sobre zombies.
Para un análisis paralelo queda el hecho de que, precisamente por ser la primera y aparecer en estos tiempos, esta obra pueda traducir algo del miedo a los extraños (los extranjeros) que se propaga por la Europa de estos días, pavor a las gentes raras que portan males incontrolables, capaces de destruir a comunidades pacíficas y acomodadas, y ante las cuales hasta un pequeño gesto de compasión (como el de Gustav, en mitad del metraje) puede detonar una pandemia aun peor. Después de todo, los zombies siempre han significado algo más que sí mismos.