Señor Director:

"La existencia de Dios es una verdad universalmente admitida, porque es de sentido común". Así comienza su carta del viernes 21 de octubre el profesor José Joaquín Ugarte Godoy. Confieso que no pude leer mucho más porque me vino a la mente otra frase que bloqueó esa aventurada afirmación. Esta segunda frase está escrita en los márgenes de la copia del libro de Copérnico "Las revoluciones de las esferas celestes" (1543) que perteneció al filósofo escocés Adam Smith (1723-1790) el autor, a su vez, de "Una investigación sobre naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones".

La oración fue escrita unos 200 años antes de que Smith comprara el famoso libro, posiblemente por un astrónomo de Wittemberg (Alemania) cuya universidad era un centro de especialización en matemáticas en esa época. Dice: "Cualquiera puede preguntarse con toda justicia cómo es que, a partir de las hipótesis tan absurdas de Copérnico, que están en conflicto con el consenso universal y la razón, pueden obtenerse resultados tan precisos, y por qué él no se puso a corregir las hipótesis de Ptolomeo, que están de acuerdo con las Sagradas Escrituras y la experiencia, antes de producir tal paradoja".

Ahí tenemos, un colega ilustradísimo del siglo XVI (capaz de entender al menos latín, geometría y matemáticas avanzadas) firmemente parado en el sentido común, la razón y el consenso universal... defendiendo el geocentrismo y criticando la "paradoja" de Copérnico.

El sentido común sirve para mucho y en el ámbito legal sin duda. Pero no sirve para probar "verdades universales". Si el profesor Ugarte desea que los colegas de astrofísica prestemos atención a sus cartas más allá de la primera oración, por favor, no nos obligue a salir a discutirle con " De revolutionibus ..." bajo el brazo.

Alejandro Clocchiatti
Instituto de Astrofísica Pontificia Universidad Católica de Chile