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Domingo 30 de octubre de 2016
Desbaratan mayor organización internacional dedicada al tráfico de migrantes hacia Chile
El grupo tenía su base en Perú, y en dos años de funcionamiento ingresó un promedio de tres personas a la semana al país.
Casi todas las víctimas son dominicanos contactados con una oferta de visa de trabajo y empleo supuestamente asegurado.
Mario Rojas Martínez
Un vuelo directo entre Santiago y República Dominicana tarda ocho horas. Si hay escalas en Ciudad de Panamá o en Bogotá, hay que agregar tres horas más de viaje. Los valores, por pasajero, fluctúan entre US$ 800 y poco más de US$ 1.300, según la temporada y la demanda.
Desde junio de 2014, a unos 200 dominicanos les ofrecieron ese vuelo a Chile, como una especie de paquete turístico laboral, que incluía traslado, visa de trabajo, empleo y alojamiento. Los valores, por persona, eran de entre US$ 700 y US$ 1.300.
Eso sí, el oferente no fue una agencia de viajes o una aerolínea, sino algunos de los integrantes de la -hasta ahora- mayor organización internacional dedicada al tráfico de migrantes hacia Chile que haya sido desbaratada. Una que durante dos años ingresó a un promedio de tres personas al país cada semana.
El viernes pasado, la operación "Desierto", activada a mediados de este año, vivió horas claves, cuando operativos simultáneos en Chile y en al menos tres localidades peruanas, que incluyeron seguimientos y allanamientos de inmuebles, permitieron la captura de cuatro de sus cabecillas, incluyendo a Soledad Maquera C. (45), quien aparece sindicada en los informes de la investigación del Ministerio Público como la persona que supuestamente encabezaba la organización. Hasta ahora, nueve de sus integrantes han sido identificados -ocho peruanos y un colombiano-, y se inició el proceso para extraditar a Chile a cuatro de ellos.
Coordinaciones desde la "Puerta Norte"
El viaje que iniciaban los dominicanos en su país podía llegar a durar más de un mes, hasta finalizar en Santiago, Iquique o Arica. Desde la isla caribeña eran trasladados por vía aérea hasta Colombia o Ecuador. Luego seguían su camino por vía terrestre, ya fuera en buses, camionetas o automóviles, pero casi siempre en el portamaletas, y a pie cuando se trataba de cruzar las fronteras.
En Perú, la banda tenía habilitadas casas de acopio de personas en Sullana, junto a la frontera con Ecuador, y en Tacna, a 38 km de la frontera con Chile.
Ahí, los dominicanos -en su mayoría mujeres- eran sometidos a todo tipo de vejámenes, y se mantenían hacinados y maltratados, con malas condiciones higiénicas, por varias semanas, hasta que se resolvía su traslado a Chile.
"Es la mayor organización que hemos detectado, por su nivel de operación, por la cantidad de víctimas. Es una megainvestigación contra una organización transnacional que de manera sistemática promovía y facilitaba el ingreso al país de extranjeros, engañándolos y poniendo en peligro la vida e integridad de los migrantes. Por ello, asumimos el desafío de investigar este fenómeno más allá de nuestras fronteras y a través de una serie de coordinaciones de carácter internacional", señaló Javiera López, fiscal regional de Arica y Parinacota.
Por instrucción del fiscal nacional, Jorge Abbott, esa unidad del Ministerio Público fue la encargada de coordinar las investigaciones, en la que se agruparon causas de las regiones de Tarapacá y Metropolitana. "Constatamos elementos comunes en diversas investigaciones que nos indicaron que estábamos en presencia de una misma organización", explicó López.
Altiplano, lago Titicaca y borde costero
La operación "Desierto" consideró operativos en República Dominicana, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile. En ellos colaboró personal de la Interpol, la fiscalía y unidades especializadas de la policía peruana, además del OS-9 de Carabineros.
"Hubo dos fases. Entre 2014 y 2015 nos centramos en ubicar a los integrantes de la banda. Y luego, entre 2015 y 2016, trabajamos con más de 100 de las 200 víctimas en ciudades como Santiago y Arica. Se les tomó declaración y se trabajó con ellos en identificar a los posibles integrantes de la organización y definir qué rol cumplían", indicó el teniente coronel Francisco Villarroel, jefe nacional del OS-9.
"Aquí estamos en presencia de una organización familiar dedicada a delinquir. Se estableció que hubo violaciones, robos de ropa y de dinero, encuentros con 'coyotes' -delincuentes que cruzaban en forma ilegal a los dominicanos por diversas fronteras- y malos tratos", añadió el oficial.
Desde la ciudad de Tacna, la principal base de operaciones, los dominicanos eran enviados a Chile por dos rutas.
Una de esas vías se dirigía hacia la precordillera de Tacna, a casi 5 mil metros de altitud, al paso Desagüadero, que conecta el sur de Perú con Bolivia. Desde ahí, siempre con al menos un "guía", los migrantes eran trasladados en vehículos y en botes al lago Titicaca, antes de dirigirse al Altiplano y a la frontera norte de Chile, a la altura de la Región de Tarapacá, cerca de la localidad de Colchane, unos 170 kilómetros al noreste de la ciudad de Iquique.
El ingreso a Chile era en bus, camioneta, automóvil, moto, o incluso a pie, por extensos tramos ubicados a unos cuatro mil metros de altitud. Muchos dominicanos eran abandonados en esa inhóspita zona altiplánica, y algunos fueron socorridos por personal de unidades de Carabineros cuando ya habían ingresado a territorio chileno.
El caso ahora se activa en tribunales
La segunda ruta era con un primer tramo en vehículo y luego a pie, partiendo desde Tacna, hasta llegar al borde costero o la línea del recientemente reabierto ferrocarril internacional entre Arica y Tacna, además de una zona de campos minados, que constituyen el mayor peligro del recorrido de casi 60 kilómetros, hasta llegar al radio urbano de Arica.
Todos los viajes tenían como destino final Santiago, aunque muchos de los viajeros, que eran encerrados en los portamaletas de los vehículos durante días de traslado, eran abandonados en algunas ciudades, como Arica.
"Hasta ahora no tenemos información de que los traslados de personas hayan dejado víctimas fatales en el camino", contó la fiscal López.
Sí ha habido casos de heridos graves, incluso con la amputación de alguna de sus extremidades inferiores, luego del estallido de minas antipersonales al norte de la ciudad de Arica, cerca del paso fronterizo Chacalluta.
La próxima semana se realizará en la Corte de Apelaciones de Arica una audiencia donde el Ministerio Público solicitará la extradición hacia Chile de las personas detenidas en Perú.
Mientras tanto, siete integrantes de la organización ya fueron formalizados en ausencia en la ciudad del extremo norte en calidad de autores de los delitos de tráfico de migrantes y asociación ilícita para el tráfico de migrantes en carácter de reiterado.
El estallido de una mina en la frontera
Hace cinco meses, D.S. y J.P., iniciaron su viaje desde República Dominicana hacia Chile. Para ello se contactaron con la supuesta líder de la organización -a quien no conocían y que pensaban que se dedicaba a facilitar los traslados para buscar empleo en Chile-, quien les solicitó trasladarse primero hasta Ecuador. La pareja accedió, pero con una escala previa en Colombia. El recorrido comenzó el 17 de mayo pasado, con el objetivo de buscar mejores expectativas de vida.
Según relató a policías y fiscales durante las indagatorias, en Quito, Ecuador, D.S. se comunicó con la mujer, quien le indicó que debía abordar un bus hasta la localidad de Macara, fronteriza con Perú. Ahí los esperaría otro integrante de la organización, quien los contactó en un paradero. Luego el individuo logró que D.S. y J.P. subieran a un taxi que los trasladó a la frontera con Perú. Tras descender del vehículo y ser obligados a cruzar a pie el límite internacional, eludiendo controles policiales, se sumó un segundo "guía". A la pareja les cobraron US$ 26.
Ya en territorio peruano el viaje continuó hasta la localidad de Sullana, donde fueron recibidos por la líder de la organización, en su propia casa, lugar donde ya estaba el equipaje que en todo momento se mantuvo en el taxi. Ahí hubo un nuevo cobro de US$ 900, la entrega de pasajes en bus a Lima, la capital peruana, además de instrucciones escritas en un papel para que luego de Lima se trasladaran hasta Arequipa, luego al puerto de Ilo y finalmente hasta Tacna, para reunirse, en un hotel de esa ciudad fronteriza con Chile, con otros cinco ciudadanos dominicanos.
Durante la noche, la pareja fue retirada del hospedaje y se les cobró otros US$ 15 para pagarle a una persona que supuestamente les trasladaría el equipaje hasta Chile. En su testimonio, D.S. añadió que viajan en un vehículo hasta el desierto, cerca de la frontera con Chile, acompañados por dos "guías", quienes ya afuera del vehículo, y en plena oscuridad, les indicaron que debían caminar hacia una luz roja y no desviarse al aeropuerto -Chacalluta, ubicado 18,5 km al norte de la ciudad de Arica- que se divisa a la distancia. El grupo de siete personas quedó abandonado a su suerte en un área con minas antipersonales.
D.S. y J.P., y las otras cinco personas, caminaron durante dos horas hasta que se escuchó el fuerte ruido de una explosión. D.S. había pisado una mina.
Desesperado, y con la ayuda de su pareja, se comunicaron por teléfono con la presunta líder de la organización, quien les señaló que la herida debía ser vendada, tras lo cual debían caminar hacia la carretera -Ruta 5- para buscar ayuda. Una patrulla de Carabineros socorrió al grupo y D.S. fue derivado al Hospital Regional de Arica, donde se le diagnosticó herida compleja en su pie izquierdo. Tras ser operado sufrió la amputación de parte de su extremidad inferior.
A pie, a cuatro mil metros de altura
En mayo del año pasado, F.V., ciudadana dominicana, se contactó con un integrante de la organización que se hacía pasar como una especie de agente de viajes hacia países de Sudamérica. Este le ofreció el ingreso a Chile en forma legal y luego de un accidentado paso por Ecuador, Tumbes, Lima y Moquegua -tres ciudades peruanas-, la mujer llegó finalmente hasta Tacna.
Gran parte del viaje, de más de casi tres mil kilómetros en territorio peruano, lo hizo sin equipaje, dinero ni teléfono celular.
Según su relato, F.V. recuerda que estuvo dos días encerrada en un hotel, y que durante una noche fue trasladada hacia la precordillera, al paso Desaguadero, limítrofe con Bolivia, cerca de un tramo del lago Titicaca cruzado en un bote. Desde ahí inició una extenuante travesía en bus hasta la ciudad boliviana de Oruro.
Desde un modesto y precario hotel, junto a un grupo de dominicanos, F.V., a casi cuatro mil metros de altura y en pleno Altiplano, fueron embarcados en un deteriorado camión y trasladados hacia la frontera con Chile. La presencia de una patrulla policial los obligó a desviarse e ingresar al país, pero a pie y luego de una larga caminata por otro paso no habilitado.
Ya en Chile, en la precordillera de la Región de Tarapacá, cerca del poblado de Colchane y también de áreas con campos minados, F.V. se dirigió hacia la única carretera en esa zona y pidió ayuda a un bus internacional que cubría el trayecto entre Oruro, en Bolivia, e Iquique, en Chile, para continuar su viaje.