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Editorial
Viernes 28 de octubre de 2016
Compra de partos a servicios privados
Sorprende el aumento de la derivación de partos desde los hospitales a las clínicas, puesto que los nacimientos han venido disminuyendo en forma significativa en los últimos decenios, y las maternidades públicas fueron diseñadas antes de esta declinación...
Sorpresa ha causado entre los médicos comprobar que la cuarta causa de compras de camas del sector público en el sector privado sean los partos. Desde el año pasado Fonasa licita la compra de soluciones para los problemas de sus pacientes, pues es sabido que no existen los recursos materiales para darles una atención satisfactoria en el sistema público. Cuando un hospital se enfrenta a una situación crítica que no puede atender, recurre a uno de los 29 prestadores privados que firmaron el convenio con Fonasa y ellos se hacen cargo de darle una solución al paciente.
El procedimiento es algo más sofisticado, pues existe una Unidad de Gestión Centralizada de Camas en el Ministerio de Salud, al que debe recurrir primeramente el hospital que afronta la delicada situación. Si esta unidad no encuentra cama disponible en el sistema público, acude al prestador privado más barato, y si este no tiene disponibilidad, se sigue revisando la lista de prestadores hasta encontrar una cama en alguna clínica en la que resuelvan el problema. El Fonasa se encarga de pagar los gastos según el tarifado acordado previamente.
Los cuatro diagnósticos más frecuentes que presentan esta necesidad son las enfermedades respiratorias, las que afectan al aparato circulatorio, las atenciones de recién nacidos, pero enseguida aparecen los partos, con el 8 por ciento de estas derivaciones. Esta tasa, como se dijo, es sorprendente, puesto que los nacimientos han venido disminuyendo en forma significativa en los últimos decenios, y las maternidades fueron diseñadas antes que se produjera esta declinación. Podría esperarse, por tanto, que ellas estuvieran perfectamente equipadas para atender los partos que se producen hoy, que en los hospitales solo llegaron a 153 mil el año 2015. Como cifra comparativa, podría señalarse que el promedio de la década de 1990 en todo el país superaba los 270 mil nacimientos, de los cuales la inmensa mayoría se atendía en los hospitales. Si bien es cierto que ahora las mujeres tienden a embarazarse a una edad mayor y con ello aumenta la proporción de enfermas crónicas que llegan a tener sus partos, no parece que esa sea toda la explicación de este fenómeno.
Hace bien, pues, el Fonasa en investigar este hallazgo. Nadie esperaba que se produjera una derivación tan significativa de alumbramientos y caben otras explicaciones que deberían ser dilucidadas por la autoridad competente. La proporción de partos complicados no debería superar un pequeño porcentaje que difícilmente justifica lo observado, aunque posiblemente muchas de estas derivaciones quizá obedecen a expectativas de enfermedades en el recién nacido, más que a cualquier dificultad que pudiera estar sufriendo la madre.
Pero es natural preguntarse por los costos de tanto traslado. Al respecto no deja de ser llamativo que cuando en otros lugares del mundo se discute sobre la excesiva medicalización de los partos, aquí se esté recurriendo cada vez más a camas clínicas, que al parecer corresponden a camas críticas. En Inglaterra desde el año 2014 se recomienda a las mujeres con un embarazo normal tener su guagua en sus casas, en lugar del hospital, pues los resultados son algo mejores y los costos apenas alcanzan al 60 por ciento de lo que se gasta en el hospital.
La responsabilidad de los médicos los lleva a buscar siempre lo mejor para sus pacientes. Pero si las decisiones quedan entregadas únicamente a ellos, sin límite de gasto, el que se descontrole la dimensión financiera no puede descartarse. Por último, hay quienes solicitan fiscalizar la posibilidad de que los médicos que trabajan en las clínicas privadas tengan relación con los que trabajan en los hospitales, y ello dé lugar a un arreglo entre médicos y pacientes que los beneficia a ambos, pero a costa del sistema público, que debe ser cuidado por la autoridad.