El cambio de gabinete tiene aroma laguista en el movimiento y bacheletista en lo inmutable.
La salida de Máximo Pacheco del Ministerio de Energía a la precampaña de Ricardo Lagos es lo más relevante. Se incorpora a ella uno de los pocos ministros transversalmente bien evaluados, de fuerte vínculo con la Presidenta y vastas redes dentro y fuera de la Nueva Mayoría. Sin duda es una señal potente para la precampaña de Lagos cuando, la próxima semana, se entra de lleno a tiempos de definiciones presidenciales.
La renuncia de Javiera Blanco era inevitable. Primero fue el escándalo de las pensiones en Gendarmería, luego el Sename y ahora el Registro Civil. Pero más allá de intenciones, el nombre de su reemplazante, el ex ministro radical Jaime Campos, se prestará a especulaciones. Como recordó la Presidenta, ambos compartieron gabinete bajo la Presidencia de Lagos. El nombramiento de un radical cercano al ex Presidente y de conocida reticencia a las tesis refundacionales no pasa inadvertido en esta coyuntura.
La otra gran sorpresa es lo que permanece: el equipo político de La Moneda, cuestionado dentro y fuera de la Nueva Mayoría. Pareciera que la Presidenta optó por una porfiada soledad. ¿Nuevamente se rebeló ante intentos de "pautearla? ¿Decidió que su "obra gruesa" estaba terminada y no tenía sentido disputar primacía con la agenda presidencial que ya ha comenzado a tomarse la agenda? No lo sé. Lo que perdura es un misterio en busca de respuestas.
Óscar Guillermo Garretón