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Cartas
Sábado 01 de octubre de 2016
Preguntas sobre sexualidad adolescente
Señor Director:
Nuestro contexto sociocultural estimula y facilita la comunicación y el intercambio afectivo. Por su parte, los jóvenes apuestan por el amor con gran resolución, desafiando prejuicios y censuras culturales, estimulados por la edad, o deseosos de colmar carencias afectivo-familiares, y sensibles al valor del encuentro-intercambio como expresión de donación y confianza. Anhelan vivir este don. Lo cierto a la hora de educar es no perder nunca de vista que la dimensión más integradora y totalizante en la persona es la experiencia del amor y la sexualidad.
Es el resorte que hace explotar la vida, dando sentido a la existencia, abriéndola a la comprensión y a la donación generosa y sacrificada de sí. Los jóvenes son capaces de vivir el amor con totalidad y exclusividad, hasta el punto de posponer cualquier otro valor y compromiso. En tales situaciones, la comprensión auténtica del amor requiere que la persona en la reciprocidad hombre-mujer se sienta llamada a una comunión profunda, capaz de armonizar, complementar y trabajar sumando esfuerzos.
A su vez, otros, por una serie de condicionamientos, solo logran hacer de la sexualidad un uso consumista, privándose de experimentar la auténtica felicidad que brota de la belleza, plenitud de su misterio y trascendencia. Realizado de forma egoísta, el gesto del amor no abre al futuro, porque se concentra solo en sentimiento y momento presente y tiende a prescindir de la evolución de las personas. Pareciera no existir un compromiso con la realidad total del otro, su valor y dignidad como persona y su proyecto de vida futuro. La falta de una adecuada formación integral en el amor y la sexualidad los hace frágiles ante los embates y seducciones de una cultura hedonista y frívola. No pocos terminan dañados. De este modo, algunos en sus relaciones afectivas se abren paso a la tentación de ceder a la infidelidad, manipulación, abuso, dependencia e incluso a la agresión. Urge una humanización de la sexualidad, renovar a la persona interiormente, darle fuerza espiritual y humana para un comportamiento adecuado respecto de su propio cuerpo y del de los demás.
Cuando la comunicación entre jóvenes se vive como momento de enriquecimiento mutuo, abre al diálogo y a la atención hacia el otro. Hace descubrir la riqueza de la reciprocidad, que llega hasta el nivel del sentimiento y de la inteligencia, del pensamiento y de la acción. Nace, así, el descubrimiento del otro, acogido en su ser y respetado en su dignidad de persona. A la hora de educar en el amor, es fundamental crear alrededor de los jóvenes, en todos los ambientes, un clima educativo rico en intercambios comunicativo-afectivos. El sentirse acogidos, escuchados, reconocidos, estimados y queridos es la mejor lección sobre el amor. Un proceso educativo cuidadoso hará comprender a los jóvenes la realidad y las dimensiones de este amor dentro de un proyecto existencial integral, preparándolos para vivirlo con todas sus exigencias, en una opción de vida definitiva. En un contexto educativo así, quizás las preguntas más profundas sobre sexualidad serían distintas.
+ Héctor Vargas Bastidas,SDB
Obispo de Temuco
Presidente Área Educación Conferencia Episcopal de Chile