Esta es la historia del psicópata Ramanna (Nawazuddin Siddiqui), un vagabundo por las calles de Bombay, un asesino hambriento que vaga entre callejones y desperdicios y hasta compite con los perros y tantas ratas.
Es también la historia de Raghvan (Vicky Kaushal), un detective joven y apuesto que baila con el diablo y que cedió a las peores tentaciones, por ejemplo, a la droga.
En el pasado y ahora en la década del 60, pero en los hechos reales, existió un criminal en serie llamado Raman Raghva que mató a 41 personas, según informa un cartel al comienzo de la película, que también explica que esta no es la historia de esa vida, tan maldita, sino la de otros hombres, que son dos y podrían ser uno: el vagabundo criminal y el policía corrupto.
Son ocho capítulos y cada uno se sostiene sobre un título.
No es mucho el espacio en el tiempo, desde el 2013 al 2015, porque la película busca el presente con intensidad y desea sentir la ciudad de ahora con su respiración de miseria y hacinamiento.
Desde esos humores, resinas y vapores surgen los protagonistas, donde la pobreza parece un rito, la resignación una medida vital y la injusticia un clima eterno.
Este es un thriller policial indio que se construye con unos capítulos que se irán conectando, cargando y artillando, porque esta no es una vía de cruces, milagros y salvaciones, este es un calvario de sufrimiento y maldad y la película no cede y se hace cada vez más implacable, asfixiante e irrespirable.
Las canciones y la banda sonora amplificarán este efecto, porque construyen las escenas con el ritmo, la gracia y la música de un videoclip, que gira en redondo y se devuelve, porque esto es lo contrario.
El videoclip, ese género pequeño, es un oasis, es verdad, pero al mismo tiempo un espejismo y una mentira, porque el mar de fondo no se detiene con ninguna letra ni música.
Esta es una historia cavernaria, primaria y básica, donde lo primero es respirar, comer y ahora matar.
No se precisan grandes armas ni ingenios explosivos y tampoco binoculares, solo basta perder la imaginación de lo humano y cultivar la vieja costumbre de asesinar.
Es un asunto de voluntad.
Ramanna arrastra un fierro pesado y, cuando se le pierde, encuentra otro y hace algo más cómodo y conveniente: lo forja, pule y afila.
Ramanna visita el pequeño departamento de su hermana, ella vive con su esposo e hijo de 9 años. Pide comida, algún vestuario y un baño, y sobre el lavatorio se limpia los dientes y para eso usa el cepillo del niño.
Ramanna empuña sus manos y las coloca sobre sus ojos, porque imita lo que hacen los niños, justamente: un binocular.
Son ocho capítulos, entonces, que se mueven como las estaciones de un calvario.
Lo que hay que mirar permanece en la línea del horizonte, por arriba no hay ningún cielo, todo está por debajo: en la mala tierra y en un par de vidas apestosas.
"Raman Raghva 2.0". India, 2016.
Director: Anurag Kashyap. Con: Nawazuddin Siddiqui, Vicky Kaushal, Sobhita Dhulipala.
133 minutos. +14.