Paraguay y Bolivia asoman como estaciones de relevancia para la Roja en su camino al Mundial de Rusia. Los próximos contendientes en las eliminatorias aparecen como rivales abordables (ganables, para ser más claros) porque, más allá de los habituales llamados a la prudencia, ni guaraníes ni altiplánicos tienen hoy, debido en gran parte a sus procesos de rectificación en los mandos técnicos, el suficiente asentamiento futbolístico como para alcanzar cotas sorprendentes que pudieran poner en peligro una buena cosecha de puntos para la Roja.
Eso lo tiene claro Juan Antonio Pizzi. Al menos así lo demostró al dar a conocer la nómina de los jugadores seleccionados que militan en las ligas extranjeras.
Contraviniendo las apuestas del medio periodístico, Pizzi desechó en esta pasada la incorporación de ciertos futbolistas que podrían "refrescar" el plantel y asomar como futuros recambios. El caso del volante Diego Valdés es, en ese sentido, emblemático. El ex Audax Italiano, quien cumple buenas actuaciones en el fútbol mexicano, no fue considerado por el seleccionador en el entendido de que hoy tiene suficientemente bien cubierto el puesto de volante creativo, más aún si un par de ellos, Felipe Gutiérrez y el propio Matías Fernández, le ofrecen mayores posibilidades de reconversión táctica que Valdés.
De acuerdo a esta premisa de que la urgencia de los puntos es lo que prima, tampoco debería extrañar que la gran sorpresa sea un jugador veterano como Rodrigo Millar. El nacido en Huachipato no apunta a ser titular (ni siquiera con Marcelo Díaz ausente en el partido ante Paraguay), pero sí le ofrece a Pizzi ciertas certezas, o soluciones, ante eventualidades (las mismas que le ofrecía Mark González, por ejemplo, cuando lo nominó a la Copa América Centenario). Y hoy dichas certezas son de valor incalculable cuando lo que se requieren son los puntos.
No obstante, queda aún la interrogante respecto de si Pizzi tiene entre sus prioridades avanzar en el importante tema de la renovación del plantel. No se trata de una transformación total (algo que debió haberse previsto hace tiempo desde el trabajo de las selecciones menores), sino que de los ajustes de piezas necesarios tanto para proyectar a la Roja en la próxima década como para ir al Mundial de Rusia.
Hasta el momento no hay pistas de que el DT esté pensando en eso. Más que de renovaciones, Pizzi habla de incorporaciones, que tienen como objetivo más claro ampliar las opciones de elección ante posibles bajas en partidos específicos, que conformar una mutación generacional en el mediano plazo.
Es cierto. Pizzi no tiene por qué asumir una labor que tenía que haberse hecho mucho antes de su llegada. También está claro que al seleccionador todos lo vamos a ponderar de acuerdo a la consecución del objetivo para el cual fue contratado. Pero igual se echa de menos una mayor disposición a saltar la valla de las urgencias y establecerse en el campo de lo importante.