A veces sucede algo curioso con las expectativas. Algunas parecen escasas y la realidad les regala premios abundantes. Y otras, grandes, se empequeñecen al final de la jornada. A las primeras se las suele llamar "sorpresa"; a las segundas, "fracaso".
Al ver los agriados -y airados- rostros de la gente de la Católica el domingo pensaba en el tema de las expectativas. Se trata de los hinchas del campeón; por tanto, son aficionados de alta exigencia. Y más aún si entre los objetivos centrales del club está el ser bicampeones este semestre. De hecho, no se descartó ninguna competencia. También se lucharía por la Sudamericana y por la Copa Chile. Con preferencia para el Apertura, claro está.
Ahora bien, debía suponerse que una elección entre el plano internacional y el local debería producirse una vez avanzados los torneos. Pero no hubo dilema: a los cruzados los sacaron de la Copa Sudamericana casi antes de que empezara. Y los sacó un equipo de segundo orden en el campeonato boliviano.
Y en el Apertura marcha a siete puntos de la cima. Todo esto no está de acuerdo con las expectativas.
Sin embargo, pareció que la organización deportiva se consiguió dentro de los plazos. El plantel se completó dentro de las necesidades técnicas, aunque siempre con una lentitud mayor a la que exigen los seguidores. Pero se cumplió dentro de los plazos oportunos y los refuerzos que se incorporaron, sin ser estrellas, son jugadores de buenos antecedentes. (No sólo en la Wikipedia, donde escriben los jugadores, sus representantes, familiares, amigos y vecinos).
¿Por qué, entonces, el resultado conseguido hasta aquí?
Por una razón, raramente expuesta. Y es que la Católica fue campeón en un torneo de nivel discreto. Mario Salas, en esa noche triste de San Carlos, dijo que "no me afectan las críticas, como no me afectaron los elogios cuando fuimos campeones". Lo que pasó es que los elogios llegaron desde una hinchada eufórica por el dramatismo del título, tan largamente esperado. Fue un aplauso más motivado por el dramatismo del desenlace que por el nivel del juego. No se aplaudió con unanimidad. En esta columna se dijo con claridad, molestando a varios.
La Católica fue un campeón de circunstancias. Pudo asegurar el título en varias oportunidades y en esas varias falló por falta de jerarquía. Y ganó el título porque el otro candidato tampoco la tenía (O'Higgins, que también quedó afuera en el primer apretón copero).
No resolvió el campeón sus problemas, que no son sólo de finiquito, de entrega (todos luchan con gran entusiasmo), de formato del torneo ni de nada que no sea la mala ejecución de un funcionamiento que es conocido de todos y que Salas aplica hace demasiado tiempo.
Con todo -y esto hay que anotarlo-, son muchos los técnicos que están tratando de mezclar verticalidad con posesión. Vértigo con pausa. Pero si eso es el fútbol, idealmente.
PD: (Para los Juegos Olímpicos no había expectativas. Ni hubo resultados...)
(¿Y el COCH no tiene nada que ver?)