Señor Director:

Un efecto interesante del debate sobre las AFP ha sido el reconocimiento de los impactos que pueden tener las instituciones económicas más allá de su objetivo inmediato. Ha quedado claro que el sistema de AFP tiene implicancias, tanto económicas como no económicas, que exceden la entrega de pensiones.

Su propio "creador" ha señalado que la "reforma fue una contribución a los equilibrios macroeconómicos (y) al desarrollo del mercado de capitales (y) un paso crucial hacia convertir a todos los trabajadores en propietarios, contribuyendo así a su dignidad, libertad y empoderamiento". Aunque estos argumentos son discutibles, lo que se releva es que las instituciones económicas se integran a un modelo de desarrollo, por lo que cualquier cambio requiere una visión integral y de largo plazo, considerando principios y también contexto.

Por supuesto, un objetivo esencial debe ser aumentar las pensiones, pero el debate debe ir mucho más allá y no centrarse exclusivamente en "los montos de las pensiones", como algunos sugieren. Cómo consideramos los cambios demográficos y culturales y su impacto sobre los patrones de empleo y desempleo de largo plazo, qué grado de aporte individual y colectivo deberíamos definir, cómo nos hacemos cargo de diferentes trayectorias laborales de manera justa, cómo logramos mayor solidaridad dentro y entre generaciones, son preguntas relevantes a incluir en el debate.

La urgencia de mejorar las pensiones no debe hacernos olvidar que, en el largo plazo, el sistema que diseñemos afectará nuestras vidas de muchas otras maneras.

Claudio Huepe Minoletti
Académico de la Facultad de Ingeniería UDP