Esta película ingresa en una zona casi vacía dentro del cine nacional: el cine infantil. Los niños no se han llevado bien con los cineastas chilenos a lo largo de casi toda su historia y, con las debidas excepciones, no han estado en el perímetro de sus espectadores imaginarios. Apartando posiblemente a las dos incursiones fílmicas de Kramer, ni siquiera han estado en el horizonte de sus mayores éxitos comerciales, desde
Sexo con amor hasta
El burócrata González.
Un caballo llamado Elefante se basa en las fantasías infantiles de Eduardo "Lalo" Parra, el autor de la
Autobiografía en décimas, y de su hermano Roberto "El Tío", mentor de
La negra Ester, los hermanos más populares de Nicanor y Violeta. En consonancia con esto, son también fantasías populares, en cuyo centro están los ambientes rurales y el circo. Es una coproducción chileno-colombiano-mexicana y tiene la singularidad de combinar imágenes fílmicas con fragmentos de un cómic animado.
La historia inicial es esta: cuando por fin muere el abuelo, el niño Eduardo (Joaquín Saldana) roba su reloj de oro sin conciencia de que es el objeto más preciado de la familia y con la mala fortuna de que se lo come el caballo Elefante, al que su hermano menor Roberto (Tomás Arriagada) trata de dejar en libertad para cumplir con el último deseo del abuelo. Los niños deben esperar que el caballo evacúe el reloj: la bosta se convierte en el centro del cuento.
Pero entonces ocurre un segundo contratiempo: Infausto (Miguel Rodarte) y Latorre (Ramón Llao), dos malandrosos artistas de circo, se roban el caballo y lo llevan a la compañía rodante del señor Pavón (Salvatore Basile), colombiano y tiránico empresario de la carpa, del que nunca se sabe por qué diablos anda en Chile. Los niños deben sumarse a ella para seguir a la espera de su equino estítico.
Aquí arranca el resto de la historia, que se toma los 60 minutos siguientes. El protagonista real, a pesar de la fuente original, es el niño Roberto, que es quien relaciona su propia aventura con la del cómic y es también el motor de todas las intrigas que seguirán. El papel de Eduardo, en cambio, se limita al del hermano abusivo y a un romance prematuro con la niña colombiana Manuela (Ana Sofía Durand).
Todo esto ocurre en un circo pobre, donde son pobres el paisaje, la carpa, el elenco, los números artísticos, las magias, los dueños y hasta los vestuarios. Esta pobreza tiene algún tronco en el cuento folclórico tradicional, aunque se relaciona mal con el cine: es el viejo problema de la colisión entre el realismo de la imagen y la idea de la ensoñación infantil, que solo el neorrealismo italiano pudo resolver con solvencia.
¿Qué es, al fin,
Un caballo llamado Elefante? ¿Un cuento folclórico, una recuperación de memorias populares, un sincretismo de pobreza y fantasía? Quizá algo de eso y otra cosa: un raro esfuerzo de cine infantil en Chile.
Un caballo llamado Elefante
Dirección: Andrés Waissbluth.
Con: Tomás Arriagada, Joaquín Saldana, Ana Sofía Durand,
Salvatore Basile, Patricia Ercole, Miguel Rodarte, Ramón Llao.
80 minutos.