Esta novela de Francisco Ovando parece inscribirse en la ancha tradición de la narrativa post apocalíptica, desde La peste escarlata, más que memorable obra de Jack London, hasta La carretera, de Corman McCarthy, libro que tiene mucho más fama de la que merece. En Acerca de Suárez, el aire de fin de mundo viene del término del suministro de energía eléctrica en un pueblo vagamente nortino y vagamente chileno. Hay una amenaza inicial a la verosimilitud interna del relato: se escucha reggaetón, pero no hay teléfonos inteligentes y nadie parece saber siquiera que internet existe, y el asunto de la logística -clave en el género- simplemente no existe; solo hacia el final, y por la lógica interna del relato, se habla de provisiones (galletas, pan sin levadura, agua en botellas de plástico). Sin embargo, a poco andar se advierte que las premisas del relato son otras: se trata de la construcción de un mundo cerrado, donde la amenaza no radica tanto en la suspensión de los beneficios de la electricidad o en amenazas externas, sino en el interior de la comunidad.
La ausencia de la electricidad y el consiguiente aislamiento reordenan el mapa del poder local y enfrentan a dos de los protagonistas: Jiménez, el hombre razonable cuya voz sostiene la mayor parte del relato, y Suárez, el mediocre y taimado personaje que ve un nicho para ganar ascendencia sobre los habitantes del pueblo y no vacila en utilizarlo. Una misteriosa peste y algunos asesinatos vienen a agravar la situación y las cosas comienzan a desmadrarse, pero todo radica, según dice Jiménez, "en la muralla Suárez levantándose entre nosotros", en que Suárez "se replicaba en nosotros, lentamente, y crecía como un tumor". En esa oscura intuición, que abre la novela hacia otras tradiciones narrativas, el relato encuentra el cauce para discurrir entre el polvo, la soledad, la amenaza, la fragilidad de la vida y, a la vez, la fuerza animal del apego a ella. En algunos fragmentos, en especial en los relacionados con la aparición de Jonás, heredero del oficio de mantenedor de las torres de alta tensión, hay una deriva que trae dioses antiguos y acentúa la presencia del desierto, de la arena y de la inmensidad en una novela breve, compleja y extraña, que retoma viejos temas y los hace circular a su manera, a su ritmo de sombras que se alargan y presencias que se desvanecen.
Francisco Ovando.
Libros del Pez Espiral, Santiago, 2016.
64 páginas.