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Cartas
Lunes 18 de julio de 2016
"Peligro para la sociedad"
Señor Director:
Al leer la columna del director de LyD, Luis Larraín, y la entrevista a la señora de Jaime Orpis, Ana Luisa Jouanne, ambas publicadas este fin de semana, quisiera compartir una reflexión con los lectores de su diario.
Ambos, motivados por una profunda vocación social, terminamos creando fundaciones con fines sociales, paralelamente a nuestras actividades parlamentarias. Así nos sentíamos más realizados con nuestra labor de servidores públicos. Ayudando a los que más lo necesitan.
Tanto las que creó el matrimonio Orpis Jouanne, como las nuestras, no tienen fines políticos y han cumplido rigurosamente con los objetivos para las que fueron creadas.
A diferencia de Jaime, yo intenté crear una para desarrollar políticas públicas para construir un Chile más justo, denominada Chile Justo, y otra para hacer páginas web gratuitas para pequeños emprendedores, logrando la Fundación Web en sus 10 años una meta cercana a las mil. Nunca entregué personalmente una página web. Los cientos de emprendedores a los que les cambiamos la vida, como ellos mismos lo señalaban, nunca supieron que yo había creado esa Fundación. Mis fundaciones, desde el punto de vista presupuestario, eran modestas y deficitarias anualmente.
En cambio, Jaime Orpis y su señora, Ana Luisa, volcaron su vocación de servicio a los más postergados de todos. A los más abandonados de la sociedad y que todos ignoraban. Esos miles de jóvenes de familias de escasos recursos que caen en la droga. Destruyendo matrimonios, familias y no pocos acabando con sus vidas. Con un esfuerzo muchas veces al límite de sus energías, levantaban importantes recursos para ir creando cada vez más centros de rehabilitación y financiar los ya existentes. Donaciones de empresas y de personas que año a año los acompañábamos en su comida anual para recaudar recursos, tuvimos la oportunidad de compartir con nuestros propios hijos la experiencia que ellos nos contaban al momento de compartir con estos muchachos rescatados y rehabilitados por la Fundación Esperanza.
Un matrimonio y una familia ejemplar. Una obra maravillosa, que la sociedad entera debiera agradecer.
Sin embargo, este hombre, que con su Fundación La Esperanza ha evitado que cientos de chilenos terminen detenidos o vuelvan a caer presos porque su adicción los lleva a cometer delitos, de la noche a la mañana se convierte en un peligro para la sociedad.
No basta que tenga arresto domiciliario total, es tan peligroso, que debe estar en prisión. No conozco a nadie que para unos pocos sea un peligro para la sociedad que haya evitado que más personas lo sean.
Cuando el doble estándar, la persecución y la injusticia atentan contra el más mínimo sentido común, se pierde respeto por las instituciones.
Pablo Longueira Montes