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Cartas
Lunes 11 de julio de 2016
Sename: Las fichas donde corresponde
Señor Director:
En los últimos días han salido varios reportajes en este diario en que se intenta explicar que los problemas del Sename se deben a la falta de fiscalización y a la necesidad de mejorar su gestión, como si esos fuesen los problemas de fondo.
Aunque me parece adecuado que nos preocupemos de supervisar adecuadamente el destino de los recursos públicos entregados para que estos sean aprovechados eficiente y efectivamente, es mucho más importante entender que el problema de base es que como país tenemos abandonados a los niños, niñas y adolescentes que nacen en entornos vulnerables. Como sociedad tenemos una obligación ética y moral con ellos, y debemos entender que con esto nos estamos comprando un problema mucho mayor si no logramos darles un entorno seguro y de protección a estos menores que queremos tengan un futuro más auspicioso.
El lamentable caso de Lissette y los de otros menores abandonados que han pasado por el Sename lo único que hacen es mostrar que no estamos destinando los recursos económicos que se requieren para darles un entorno de protección y cuidado, y nos deben hacer reflexionar como país si estamos dándoles la atención necesaria a estos menores que han sido abandonados y vulnerados en sus derechos.
La realidad actual muestra que los hogares protegidos reciben una subvención del Sename que no alcanza a cubrir ni siquiera el 30% de los recursos mínimos requeridos para poder darles una vida digna con los cuidados básicos. A estas necesidades elementales se debe agregar el importante trabajo de reparación emocional y psicológica que deben brindar especialistas para que estos menores puedan salir adelante, sobre todo porque vienen de entornos difíciles, donde muchos de ellos han sido violentados y abusados. ¿Cómo pretendemos como sociedad evitar que estos menores no caigan en caminos peligrosos que los hagan terminar en la delincuencia, adicciones, comercio sexual y otros males que nos aquejan hoy y que tienen consecuencias en toda la sociedad si no somos capaces de entregarles los recursos mínimos que necesitan para que encuentren un camino de vida más sano y más esperanzador?
Con proponer el aumento de la frecuencia de las fiscalizaciones, lo único que vamos a lograr es comprobar que efectivamente los recursos entregados por el Estado a estas instituciones no son los mínimos para cambiar el destino de sus vidas.
Preguntémonos qué sociedad queremos y buscamos, y pongamos las fichas donde corresponde.
Cristián Glenz Abogabir
Director Ejecutivo Pequeño Cottolengo