Una comedia, y no digamos si es una comedia italiana, se sostiene sobre un género monumental y más bien abrumador, donde la comparación es inevitable.
"Si Dios quiere", en ese marco, se sostiene con las primeras cartas y la presentación de los personajes, porque asume lo políticamente incorrecto y la mirada irrespetuosa.
Sobre todo en el punto de partida, donde el objeto principal de su humor no es el predecible.
No es, en este caso particular, el joven que decide meterse a cura y tampoco su guía, un sacerdote que con su discurso cautiva a la juventud. Don Pietro (Alesandro Gassman), alejado de la curia y la pompa, que predica con su compromiso, pobreza, encanto y convicción.
El verdadero objetivo de la película es Tommaso (Marco Giallini) y su familia.
Él es un médico ateo, librepensador y un hombre que se proclama tolerante. En principio acogería la noticia de un hijo homosexual, por ejemplo, pero lo que realmente no resiste es que Andrea (Enrico Oetiker), estudiante de medicina, siga la carrera religiosa.
La película revela los prejuicios e inconsecuencias de una familia italiana acomodada y progresista en el discurso, pero no en los hechos de la vida diaria.
Tommaso, el comecuras, desprecia a sus ayudantes en el hospital, a una por gorda y a otro por servil. Y respeta a Xenia (Silvia Munguía) y sus ancestros incas, una peruana que es la empleada de su casa, siempre y cuando le lave y le planche correctamente sus camisas blancas.
Su mujer, Carla (Laura Morante), que en su juventud fue revolucionaria y contestataria, ahora es una dueña de casa infeliz y frustrada sexualmente, medio alcohólica y en camino de convertirse en alcohólica entera.
Bianca (Ilaria Spada), la hija del matrimonio, es tan inútil como ameba y la puerta de su dormitorio tiene más posibilidades intelectuales que ella.
Gianni (Edoardo Pesce), su pareja, está en el negocio de la compra y venta de propiedades, su especialidad son las casas hipotecadas y los departamentos de ancianos moribundos. Es un miserable total y su especialidad es insólita y la más delirante de la película: se hace pasar por subnormal y le sale natural, casi perfecto y nadie diría que no es un tonto de capirote.
"Si Dios quiere" es capaz de reírse de lo que ahora parece intocable: minorías étnicas, homosexuales, discapacitados y también de la religión, algo de la política y mucho de la medicina.
La película mantiene su categoría de comedia e incluso tiene una vuelta de tuerca sorpresiva, pero es cierto que a medida que avanza recoge cañuela, limpia destrozos, borra la acidez y evita las últimas consecuencias, porque prefiere restablecer el orden, guardar las composturas, cubrirse de buena fe y recomponer los discursos.
Digamos que "Si Dios quiere", finalmente, es una comedia italiana, pero hecha con respeto. "Se Dio vuole".
Italia, 2015. Director: Edoardo Maria Falcone. Con: Marco Giallini, Alessandro Gassman, Laura Morante. 87 minutos. TE+7.