Veinte años se demoró en llegar la secuela de ese inolvidable festival de explosiones y patriotismo que es "El día de la independencia". En la ficción también han pasado veinte años, y el planeta esta vez es una fortaleza armada siempre vigilando el cielo. Hasta que una nave aparece con la intención de arruinarles otro 4 de julio a estos pobres. Sin el corazón que le ponía Will Smith (cobraba muy caro), la película tiene muchas ideas interesantes que se exploran apenas (como el uso de tecnología extraterrestre, la conexión mental entre algunos humanos y los alienígenas, etc.), todo por la estructura coral que ha definido el cine de Roland Emmerich. Como su antecesora, estamos saltando entre varios personajes y su lucha por sobrevivir a los incontables ataques de efectos especiales que ya hemos visto muchas veces, incluyendo edificios desintegrados, rayos destructivos que azotan la tierra y olas gigantescas. El guión es un desastre de similares proporciones que intenta mezclar sin éxito el heroísmo, el humor y el genocidio, fracasando en sus intentos por emocionar con afectos y patriotismo. Pero, hay que decirlo, entre tanta metedura de pata hay una película llena de momentos divertidos que luchan entre el placer culpable y la vergüenza ajena, y que parece orgullosa de lucir ese estandarte. Así que mejor no tomársela en serio y reír. "Independence Day: Resurgence". EE.UU., 2016. 120 min. T.E.