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Editorial
Lunes 20 de junio de 2016
Tensión en Gran Bretaña
Durante meses los sondeos revelaban que el "quedarse" era favorito, pero la opción "salirse" fue subiendo en las últimas semanas al punto de que muchos europeístas ya se daban por derrotados. Sin embargo, lo que se mostraba como una tendencia irreversible parece haber cambiado con el fatal incidente...
Ese ambiente confrontacional de la campaña a favor y en contra del Brexit, en todo caso, quedó paralizado por varios días en señal de respeto por la joven congresista, mientras conservadores y laboristas de ambas opciones se preocuparon más de moderar la discusión y bajar los decibeles de un debate que empezó hace meses sin estridencias, pero que fue adquiriendo tensión dramática porque, al final, nadie sabe con certeza qué pasará si Gran Bretaña decidiera retirarse de la Unión Europea.
Durante meses los sondeos revelaban que el "quedarse" era favorito, pero la opción "salirse" fue subiendo en las últimas semanas al punto de que muchos europeístas ya se daban por derrotados. Sin embargo, lo que se mostraba como una tendencia irreversible parece haber cambiado con el fatal incidente.
Aun así, la incertidumbre continúa porque, como algunos analistas observan, los números deben mirarse con cuidado. En general, un encuestado puede manifestarse a favor de la opción rupturista ya que le parece más atractiva, pero al momento de marcar preferencia se inclina por el statu quo , por miedo a perder la estabilidad. Esa es la apuesta de David Cameron, quien ha enumerado una serie de consecuencias negativas en caso de que gane la opción de "salirse".
Y si Cameron está tan preocupado por las consecuencias de un triunfo del Brexit tiene que ver también con su futuro político. Sería imposible que se mantuviera como Primer Ministro tras una derrota, con el Partido Conservador desgarrado entre las dos alternativas de un referéndum que él mismo convocó. El euroescepticismo ha ido ganando terreno entre los tories , y a diferencia de lo que ocurría en los años setenta, los laboristas son ahora quienes más firmemente apuestan por la Unión Europea.
Para persuadir a los votantes, el Premier negoció en Bruselas garantías de que Gran Bretaña tendrá un estatus distinto a todo el resto de los miembros. Consiguió, entre otras cosas, seguridades de que no obligarían a su país a profundizar la integración; de que no tendrían que pagar todas las ayudas sociales a los inmigrantes de la UE y, de que las naciones que no están en la zona euro podrán oponerse a las decisiones sobre la moneda que consideren perjudiciales para sus intereses. Así, se materializaría, de alguna manera, la Europa de "las dos velocidades" o "a la carta" que piden algunos de los miembros que no están convencidos de querer estrechar más la Unión.
Dudas frente a los modelos de integración
Por años se ha mirado al proceso de integración europeo como un modelo para los países que quieren interrelacionar sus economías y sociedades. Por eso, y a pesar de que el Brexit parece un tema local europeo, ha sido de tanto interés para la región, y para el mundo. Y surgen preguntas como ¿es el esquema de la UE el más conveniente? Entrelazar las economías, y establecer la moneda única, transferir parte de la soberanía, ¿es lo más adecuado para sacar adelante el proyecto común?
Por otro lado, ante la perspectiva de la salida británica, surgen dudas sobre el futuro de los acuerdos que Chile ha firmado con la UE. Se tiende a pensar que lo que se firma es definitivo o, a lo más, se modifica para profundizarlo. Sin embargo, en un escenario de Brexit, Londres tendría probablemente que renegociar, no solo con los miembros de la UE, sino con todos los países con los que esta mantiene acuerdos comerciales. Se crearía una incertidumbre por al menos dos años, lo que demoraría la desvinculación de Gran Bretaña. Además, la UE misma tendría que reformarse.
Una de las razones del apoyo al retiro es una especie de "odio a Bruselas", a la cesión de soberanía en favor de una burocracia con la que hay que negociar para conseguir lo que se quiere. El diario popular The Sun, el de mayor circulación en Europa, plasmó el descontento sobre ese aspecto y el temor a la hegemonía alemana pidiendo el voto por la salida. Se queja el periódico de "la expansión incesante del Estado alemán", advierte que el futuro del Reino Unido será "todavía más oscuro" dentro del bloque, y por eso el "Brexit es la ocasión para reafirmar la soberanía nacional ante la dictadura de Bruselas".
En este contexto se pueden analizar los esquemas de integración que ha preferido Chile, la Alianza del Pacífico, por ejemplo, que no ha creado un monstruo burocrático tipo Bruselas, sino que se organiza de manera expedita y con objetivos definidos y plausibles. Al mismo tiempo, rescata a otros países que tras ser observadores pueden unirse luego para solucionar los problemas de comercio.
Hasta ahora, ni la ALALC, ni el Pacto Andino ni el Mercosur han dado resultados satisfactorios. Quizás fracasaron por ser tan ambiciosos y poco realistas.
Esta crisis que se vive en la UE debe ser analizada en profundidad porque en un mundo integrado, donde las economías globalizadas son la norma deseable, se deben tomar en cuenta las preferencias de los ciudadanos que se resisten a perder su identidad y ceder soberanía. Buscar el equilibrio entre tomar decisiones en conjunto y mantener la independencia es un enorme desafío.
Por otra parte, es evidente que para los europeos la UE existe y es determinante en sus vidas, no es una cuestión teórica, ni de académicos o de la élite política. Diferente es lo que ocurre en la OEA, una organización pasada de moda, donde quedan ritos vacíos que no tienen consecuencias. En Bruselas existe una burocracia con poder, que responde sí a las decisiones que toman los líderes de los países miembros, pero que terminan en una regla o norma que debe ser seguida por todos.