Casi toda la gente que conozco está irritada, asustada o deprimida por los acontecimientos de esta semana.
Yo no.
Lo que pasa es que tengo una tesis: creo que el jueves 9 de junio fue el fin de una era y el comienzo de un tiempo nuevo. Y eso es lo que me tiene más bien optimista.
El día en que un grupo de manifestantes que participaba de la marcha convocada por dirigentes universitarios y secundarios irrumpió en un templo, descolgó una imagen de Jesucristo crucificado, la sacó a la calle y la destrozó frente a las cámaras de televisión -con el mismo sadismo sediento de publicidad con que actúa ISIS-, el movimiento estudiantil terminó de desilusionar a la señora Juanita.
¿Y qué tiene que ver la señora Juanita, ese entrañable personaje que inventó el ex Presidente Lagos durante su mandato para simbolizar a la típica dueña de casa chilena, con todo esto?
Bueno, en que la señora Juanita es la verdadera reserva moral y de sensatez de la patria. La señora Juanita es la que fija el punto de equilibrio, la que decreta qué es el sentido común. Ella es la Gran Electora, la que dirime las elecciones, la que les pone la banda a los presidentes, la que define lo que se almuerza hoy, la que cambia gabinetes y hasta decide el
rating.
La señora Juanita fue la que decidió, el año 2006, que ya era hora de que Chile fuese gobernado por una mujer. Fue la que estimó que a la Concertación le tocaba tomarse un respiro y le dio el pase a Sebastián Piñera para que mostrara en qué consistía su "nueva forma de gobernar". La que le creyó al movimiento estudiantil de 2011 y estimó que un segundo gobierno de Michelle Bachelet podía canalizar mejor esas demandas de gratuidad, igualdad y fin del lucro.
Pero yo creo que la señora Juanita se cabreó. ¿Saben por qué? Porque la señora Juanita cree en Dios y considera una barbarie el destrozo de un Cristo. Porque la señora Juanita usa el transporte público, y no hay caso con que funcione bien. Porque la señora Juanita sabe que el proceso constituyente es algo que ocurre en las comunas del barrio alto. Porque la señora Juanita tiene al marido sin pega. Porque la señora Juanita ya se cansó de la delincuencia y la droga en el barrio. Porque a la señora Juanita le dolió la muerte del guardia Eduardo Lara el 21 de mayo, asfixiado por acción de encapuchados que nunca detuvieron.
La señora Juanita siente que ya nadie la respeta. Que ya nadie piensa en ella. "Ya nadie pesca ni al Presidente Lagos y me van a respetar a mí", debe pensar la señora Juanita.
Para peor, ni siquiera sus congéneres con poder parecen respetarla.
Yo creo que la señora Juanita no va a olvidar tan fácil lo que dijo la presidenta del PS, Isabel Allende, para apoyar la querella que presentó la Presidenta Michelle Bachelet contra cuatro periodistas. Esto fue lo que señaló: "Un medio debe ser un poquito más prudente. Nos haría muy bien tener más respeto republicano. No estamos hablando de Juanita Pérez".
Ahí, a la señora Juanita se le debe haber roto el corazón. Es obvio que ya nadie piensa primero en ella, como era antes.
Pero por esto mismo estoy optimista. Porque a la larga, es la señora Juanita la que corta el queque en este país. Y si ella estima que ya está bueno ya, yo me atrevería a decir que ya está bueno ya.
Y si es así, los que son cristianos quizás podrán decir a propósito de esta semana que, una vez más, el sacrificio de Cristo no fue en vano.