El crítico australiano Adrian Martin titula un ensayo sobre Jean-Luc Godard con una afirmación admirativa: "Llegar tan lejos por la belleza". Martin sostiene que el cine de Godard es esencialmente lírico, el resultado de una lucha dolorosa por encontrar la belleza con los huidizos recursos de la poesía, aunque su obra tardía parece entregada al pesimismo.
Godard ha sido, desde sus inicios, el niño más terrible de la
Nouvelle Vague, el cineasta más rupturista, vanguardista, atrevido, y también el artista más egótico, cruel y dañino, una casi perfecta mala persona. De igual modo, ha sido, de entre todos los intelectuales y pensadores que tuvo ese movimiento, el más intelectual y especulativo.
Coquetear con la pedantería es en Godard un rasgo de identidad: en
Adiós al lenguaje hay referencias a 30 autores literarios, sin contar los nombrados en los diálogos; la música de ocho compositores; citas de a lo menos cinco películas; y, por fin, la orgullosa afirmación de que esta cinta ha sido rodada con cinco cámaras distintas.
Para llevar al límite la provocación,
Adiós al lenguaje fue rodada en 3-D, lo que significa que en algunas latitudes no se puede exhibir en su versión original, sea porque no existe la tecnología, sea porque las multisalas no le cederán ni una hora (caso de Chile). Es un obstáculo deliberado, como lo fueron los subtítulos en "inglés navajo" en
Film Socialisme, el 2010.
La versión en 3-D proporciona algunos de los momentos más embriagadores de esta película, pero ello no menoscaba del todo verla en 2-D. Desde luego, no hay historia, o hay solo una débil traza: una mujer casada se reúne cada cierto tiempo con un amante; en uno de esos momentos adoptan un perro. Lo que hacen es hablar de todo: de la política, la historia, la guerra, la muerte, la visión, la conciencia. Godard estructura sus reflexiones en dos partes que repiten dos veces la misma dialéctica: La Naturaleza y La Metáfora.
Pero la cinta se expresa en el montaje, con fragmentos ínfimos, fugaces, de muchas fuentes, sin color, con color, con color saturado, sin imagen, en ralenti; y combinados con trozos musicales, sonidos interrumpidos, ruidos callejeros, murmullos, acordes sueltos: una asombrosa
mélange de recursos que buscan, quizás, unos segundos de belleza.
El discurso de Godard -si se le puede llamar así- pasó hace tiempo del socialismo al anarquismo, pero su significado no es político, sino epistemológico: ya no basta con destruir la ley, el Estado, la política; hay que romper con la última estructura que nos amarra, el lenguaje. Hay que abandonar el esfuerzo por comprender: "La conciencia es incapaz de mirar el mundo".
A los 86, Godard se ha convertido en el veterano ya no más lírico, sino simplemente más nihilista de la historia del cine.
Adieu au langage
Dirección: Jean-Luc Godard.
Con: Héloise Godet, Kamel Abdelli, Richard Chevalier,
René Bruneau, Christian Gregori, Marie Ruchat.
70 minutos.