La broma de una mantis religiosa, de Poli Délano, demuestra que se puede ser prolífico y variado, culto y entretenido, un artífice en la técnica narrativa y a la vez un autor que compone sus relatos como si le fluyeran naturalmente de la cabeza. Délano, a los 80 años, escribe con la misma naturalidad con la que lo hacía hace cinco décadas, no ha envejecido y está en la plenitud de sus poderes para desarrollar ficciones.
La broma... es, antes que ninguna otra cosa, un notable retrato urbano del Santiago actual, que Délano conoce demasiado bien, tanto cuanto se lamenta con moderación e ironía acerca de los aspectos ruinosos que ha adquirido nuestra capital, como cuando celebra rincones y enclaves dignos de ser rescatados. Frente a este telón de fondo que puede ser agresivo o acogedor, se desenvuelve un conjunto de vidas que componen una compacta trenza humana de seres relacionados entre sí por los lazos familiares, por la casualidad o por eso que llaman el destino. Estas existencias, estos caracteres, pertenecen fundamentalmente a la clase media tradicional o a la emergente; es decir, sus problemas económicos son irrelevantes o bien se soslayan; se trata de gente madura, joven o de frentón vieja y todos, cual más, cual menos, enfrentan crisis severas, se hallan desorientados o realizan actividades que pueden parecer descabelladas y sin sentido, pero que, hoy por hoy, resultan lo más normal del mundo, casi diríamos que son el pan de cada día.
"¿Qué le pasa al amor con el tiempo, en qué momento su matrimonio comenzó a hacer agua, cuánto tardó en irse a pique? A veces no es fácil saber por qué pasan las cosas", se pregunta Genaro Montesco al comienzo del relato cuando descubre que Lorena Saldaña, su mujer, sale de la casa todos los días diciéndole que va a juntarse con sus amigas, en circunstancias de que está más claro que el agua que se reunirá con algún amante. Ambos tienen un hijo, Carlos, que está efectuando estudios en Pensilvania, Estados Unidos, y ambos están conscientes de que los años les están pasando la cuenta; sin embargo, Lorena, apenas en la cuarentena, sumamente atractiva e inquieta, conocedora de sus atributos, por ningún motivo quiere perder el tiempo y ya que tiene mucho por delante se dedica, con obstinación, vehemencia y ardor, a la cacería sexual. A pesar de que Genaro carece de toda autoridad moral para ponerse en contra de su esposa, puesto que se consuela con Marta, contrata a un investigador privado, Julián Ramírez, para que lo ponga al día en las turbulentas correrías de Lorena. Ni el marido ni el lector estaban preparados para saber que ella se lía con actores, profesores de natación, chicos bisexuales, choferes de taxi y de un cuanto hay, de preferencia adolescentes. ¿Por qué lo hace? Desde luego que le gusta, aun cuando hay algo más, quizá mucho más y eso podríamos intuirlo hacia el final de
La broma..., cuando han desfilado una docena de personajes, algunos gratos, otros desagradables, prácticamente todos peleles en manos de la irresistible e inteligentísima Lorena, quien, cual vampiresa del cine negro al que varias veces se alude, los usa como quien usa un guante. Hay, por cierto, más representantes del sexo femenino; con todo, Lorena se yergue como la heroína indiscutible de la novela y en ella Délano ha construido a una figura compleja, inasible, imposible de definir en un par de palabras, por más que alguien simplón pueda despacharla a la pasada y con términos soeces.
La broma... está compuesta en dos partes que constituyen, por así decirlo, la presentación aparentemente completa de Lorena y una pesquisa policial centrada en las causas de su muerte, que al comienzo el detective Néstor Barría y el ya mencionado Julián Ramírez la abordan como un posible homicidio. No obstante, la situación se va enredando, los sospechosos aumentan, las sorpresas surgen de súbito, la tensión crece, los cadáveres se van sumando y cuando creemos saber algo acerca de Lorena, ocurre que no tenemos idea quién es. Esta sección, que corresponde a lo que podríamos llamar una trama policíaca, tiene como protagonistas a Barría y a Ramírez, quienes se van haciendo amigos a medida que avanza la acción, amenazando con opacar a Lorena; esto último no pasa de ser una ilusión ante el poder que la mantis religiosa del título termina teniendo frente a todos los demás, desde sus más cercanos hasta los que han convivido con ella por mucho tiempo y, sobre todo, ante sí misma, como se revela en el desenlace. Así,
La broma... se convierte en un texto ambiguo y atrapante.
La broma de una mantis religiosa
Poli Délano
Ceibo ediciones,
Santiago, 2016,
133 páginas.