He aquí una rareza: una coproducción argentino-paraguaya, dirigida por un chileno radicado a medias en Suecia y con un actor mexicano como protagonista. Es Mangoré (que lleva el subtítulo Por amor al arte), el décimo largometraje de Luis R. Vera y una de las producciones fílmicas más caras de la magra historia del cine paraguayo.
En verdad, Vera, cuya filmografía está afincada en Chile, desde Hechos consumados hasta Fiestapatria, ha desarrollado también una carrera paralela en Paraguay, donde se ha convertido en uno de los cineastas más relevantes desde los años 90, cuando estrenó su ambiciosa Miss Ameriguá, una fábula sobre las dictaduras latinoamericanas. En un medio audiovisual precario y de escasa producción, Vera ha sido un animador activo y combativo para promover la construcción de un cine paraguayo.
Esto explica que se atreviera a encarar Mangoré, una biografía de Agustín Barrios, la figura musical legendaria de Paraguay, un guitarrista clásico y folclórico de estatura mundial cuya carrera se desarrolló en las primeras décadas del siglo XX. Barrios tuvo una vida tormentosa y trashumante y fue uno de los pioneros en incorporar a los repertorios de la guitarra clásica obras rescatadas del folclore y la música indígena. Cuando ya había asentado su prestigio internacional, adoptó el nombre de Mangoré, en homenaje a un cacique guaraní que resistió a la ocupación española en el siglo XVI, y comenzó a presentarse con atuendos de las tribus originarias.
Barrios es una figura polémica en Paraguay. En algún momento de su carrera tomó la decisión de irse del país y no volver jamás. Dejó hijos en Asunción, recorrió toda América, actuó en Europa, compuso más de 300 temas y fue a morir en El Salvador a los 59 años. Por eso, era previsible que la película de Vera suscitara en Paraguay una cascada de debates, acerca de su rigor histórico, la personalidad del protagonista, la veracidad de los episodios y todo aquello que puede desencadenar una figura legendaria.
Vera recrea la vida de Barrios (Damián Alcázar) en forma no lineal, saltando de país en país y con fechas que avanzan y retroceden. Lo acompañan en los viajes su hermano Francisco Martín (Joaquín Serrano) y la mulata brasileña Gloria (Aparecida Petrowky), cuya exuberancia contrasta con la delicadeza de Isabel (Lali González), la joven paraguaya con la que el guitarrista tuvo sus dos hijos.
El eje del relato es la confrontación del músico consigo mismo, entre el hombre que quiere ser común y el genio que lo desborda una y otra vez. Es una idea sencilla, lo que no impide que la película trate de ser ambiciosa, como corresponde a una rareza. Y la última de todas: al término de los créditos aparece el maha mantra Hare Krishna, la oración principal de esa rama del hinduismo. ¿Proselitismo? ¿Cábala? ¿Señal de identidad?
Mangoré Dirección: Luis R. Vera. Con: Damián Alcázar, Aparecida Petrowky, Joaquín Serrano, Lali González, Celso Franco, Iñaki Moreno, José Gentile. 100 minutos.