Pronunciado de cierta manera, en hindi PK significa "borracho". Es el mote que le ponen todos sus interlocutores al extraño sujeto que después de caer en un paraje remoto de Rajastán se traslada a Nueva Delhi buscando un objeto robado. PK (Aamir Khan) es en realidad un extraterrestre que, apenas llegado a la Tierra, sufre el robo del control que le permite llamar a su nave y queda confinado en un planeta extraño.
Hay una historia paralela, como es frecuente en el cine indio de gran presupuesto. En la ciudad de Brujas, en Bélgica, la presentadora de televisión Jaggu (Anushka Sharma) se enamora del estudiante pakistaní Sarfaraz (Sushant Singh Rajput), pero la oposición de sus padres y la intervención de un gurú hindú, Tapasvi (Saurab Shukla), empujan a la separación de la pareja.
Seis meses más tarde, Jaggu se encuentra con PK y descubre que el extraterrestre está confundido con ese maremágnum de religiones que es Nueva Delhi -hindúes, musulmanes, católico, sijs-, todas con libros, ritos, tradiciones y dioses diferentes. Las conclusiones de PK son radicalmente agnósticas, pero lo que importa es que sirven para unir su historia con la del romance perdido de Jaggu. Pedirle a PK una especulación teológica más profunda sería demasiado. Su limitado objetivo es que se complete el romance y PK pueda escapar del planeta incomprensible en que se vino a meter.
¡Cuántos esfuerzos ha hecho el cine indio por instalarse en los mercados mundiales! PK es la película más exitosa de la historia de Bollywood y lleva casi dos años proyectándose por todo el mundo. Tiene todas las fórmulas que le aseguran copar el mercado interno: un galán de gran prestigio, Aamir Khan, más estrellas secundarias ampliamente celebradas; una historia de amor muy almibarada, con rencores nacionalistas y sospechas religiosas; cinco números musicales filmados con una cámara grácil, imitación tardía del Hollywood de los 50; dos horas y media de espectáculo, además de un intermedio; y un despliegue de colorido, disfraces y maquillaje a tope. Un festín kitsch.
Es posible que Bollywood gane espacio en algún lugar en Occidente. Pero el esfuerzo ha sido tan largo y dificultoso, que lo que cabe preguntarse es si las singularidades culturales de la India podrán ser algún día comprendidas y disfrutadas fuera de su propia región. A pesar de la universalidad del cine, es inevitable constatar que hay formas de verlo, comprenderlo y disfrutarlo que están culturalmente condicionadas. Ir al cine en India supone un rito y unas expectativas que son únicas en el planeta. Que se repitan en otra latitud es tan difícil como encontrar gracioso a Amir Khan ejerciendo como un Rowan Atkinson indio.
PK Dirección: Rajkumar Hirani. Con: Aamir Khan, Anushka Sharma, Sanjay Dutt, Roman Irani, Saurab Shukla, Singh Rajput. 153 minutos