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Cartas
Lunes 18 de abril de 2016
Debate constitucional
Señor Director:
La respuesta del profesor Saralegui a mi carta del día lunes contiene tres puntos.
1. Se pregunta por el mecanismo que se requeriría para retomar la Constitución de 1925. Es una interrogante atingente, pero se aleja del debate que he intentado plantear. En efecto, mi argumento apela a la tradición constitucional chilena cuyo origen puede fecharse en la Carta de 1828. Por supuesto, se introdujeron muchas reformas desde que Mora redactara su Carta; sin embargo, se hizo recalcando el espíritu continuista, más que el quiebre con el pasado. Exactamente lo que no hizo Pinochet. Como planteara Renato Cristi, el "DL N° 128 definió a Pinochet y la Junta Militar como sujetos de poder constituyente", con lo cual la Constitución de 1925 se dio por muerta en todo aquello que contradijera a dicho decreto. Ahora bien, urgido ante la necesidad técnica de responder sobre el procedimiento más adecuado para retomar la Constitución de 1925, insistiría que lo más razonable es evitar los saltos al vacío. La comisión de expertos que asesora a la Presidenta podría cumplir su cometido a partir de la Carta de 1925, sumando también a las bases ciudadanas. Y si el próximo Congreso optara como mecanismo de reforma una Convención o Asamblea Constituyentes, no veo impedimento alguno de que el punto de partida fuera la de 1925.
2. Es cierto que las Constituciones de 1833 y 1925 fueron el resultado de guerras civiles, destituciones presidenciales o una excesiva participación política de los militares. No obstante, en términos de legitimidad, la de 1980 se distancia de sus predecesoras en al menos dos puntos: las dos primeras fueron "reformas" explícitas de la anterior; la de 1980 no, pues su naturaleza constructivista y "revolucionaria" se lo impidió. Por otro lado, la Constitución actual justificó que por -al menos- ocho años más el país continuara bajo un régimen dictatorial. Nada de eso se encuentra en las de 1833 y 1925: ni Prieto ni Alessandri intentaron aferrarse al poder apelando a "sus" Constituciones.
3. Se pregunta qué habría ocurrido si Burke hubiera escrito en 1831: ¿habría preferido reformar la monarquía de 1789 o la de 1830? Saralegui asegura que habría reformado la de 1830. Sugerente contrafactual, pero, como todo contrafactual, difícil de comprobar. En cualquier caso, en el espíritu de Burke es preferible la reforma al constructivismo social que parte de cero; la tradición a la ruptura. Modificar y modernizar la Carta de 1925 significaría el reencuentro de Chile con su tradición constitucional. Todo lo contrario a lo que, insisto, hizo Pinochet.
Juan Luis Ossa Santa Cruz
Profesor Universidad Adolfo Ibáñez