¿De dónde sale la masiva popularidad que Christian Clavier tiene en Francia? Nadie lo sabe, pero es obvio que hay algo en este actor algo rechoncho, cincuentón, burgués e incorrecto que identifica profundamente el espíritu de la Francia de hoy, o al menos de parte de ella.
En esta comedia, Michel Lepoux (Christian Clavier), dentista y coleccionista de música, encuentra un disco del ficticio clarinetista de jazz Neil Youart que ha buscado por años y que ahora considera la pieza más valiosa de su biblioteca. Es la mañana de un sábado, y
Michel parte a casa con la razonable esperanza de disponer de una hora para escuchar su nuevo tesoro. A solas. Y con la casa en silencio.
Apenas pone el vinilo en el tocadiscos entra su mujer, Nathalie (Carole Bouquet), que pasa un día especialmente conflictuado. De momento quiere hablar de su hijo Sébastien (Sébastien Castro), un bueno para nada que anda en los movimientos antiglobalización y vive fuera del hogar, pero por supuesto que con el financiamiento de los padres. Nathalie también quiere hablar de otras cosas un poco
peores, pero esas se desplegarán como una tormenta en la segunda parte del metraje.
De ahí en más se agregan otras perturbaciones: los ruidos que produce una empleada española (Rossy de Palma), el estruendo de unos plomeros portugueses que demuelen una habitación, la insistencia de un vecino polaco (Stéphane de Groodt) en celebrar una convivencia en el edificio, la iniciativa del insufrible Sébastien para alojar a una decena de refugiados filipinos y la urgencia de la amante de Michel, Elsa (Valérie Bonneton), por revelarle la verdad a su amiga Nathalie. A poco andar es evidente que Michel no podrá escuchar su disco.
El guion está basado en una comedia teatral de Florian Zeller cuyo espacio único es el living de Michel. Algo de este origen escénico se infiltra en la película, pero el experimentado cineasta Patrice Leconte se las arregla para dinamizar su relato y convertirlo en una sucesión abrumadora de incidentes paralelos.
La clave, sin embargo, es que el punto de vista del protagonista, Michel, domina la narración (y posiblemente atrae la empatía del espectador), pero en verdad este es un hombre egoísta, insensible, encerrado en sus pequeños placeres, un hedonista al que un sábado del demonio viene a poner en su lugar. Esta es la mano de Leconte, que introduce esa mirada crítica de la que carecía, por ejemplo,
Dios mío, ¿qué hemos hecho?, rodeando los mismos temas: inmigración, ruptura intergeneracional, zozobra de la familia, crisis del orden conservador. La agudeza de Leconte consiste en develar, dentro del torrente ligero de la comedia, al pequeño canalla que hay detrás de este hombre tan simpático, tan normalito y tan francés.
Une heure de tranquillité.
Dirección:Patrice Leconte. Con: Christian Clavier, Carole Bouquet, Valérie Bonneton, Rossy de Palma, Stéphane de Groodt. Sébastien Castro.
79 minutos.