Los lolos tienen esta expresión que los adultos tendrían que incorporar a su vocabulario. Ellos entendieron antes que sus mayores que no está permitido opinar si no se nos ha dado el espacio para hacerlo. Con razón.
Se ha puesto de moda que la amistad y la intimidad nos dan derecho a expresar nuestros puntos de vista y opiniones sobre lo que sea. Ya es un problema que la gente hable tanto. En la vida social la pelea por el podio es grave. Como si el verbo nos diera existencia... O sea: hablo, luego soy.
La masividad de la vida moderna ha hecho que la soledad se agudice y la sensación dolorosa de invisibilidad es tan aterradora que optamos por hablar para ser vistos. Está bien, pero el fenómeno que intento describir es mucho más grave. Es la autoridad que nos tomamos para meternos en la vida ajena. Confundimos el cariño, la cercanía y la amistad con la falta de respeto. Decimos que otros países son fríos porque nadie se mete en la vida ajena. Lo que no agregamos es que esto es así cuando no hemos sido invitados.
La pseudo psicología no ha ayudado. Parece que casi todos somos expertos en comportamiento humano y tenemos soluciones un poco artificiales para casi todo. La comunicación certera se ha reemplazado por la opiniología.
Veamos:
Alguien explica que tiene dudas sobre el problema "A" que lo aqueja. No son preguntas cautas lo que recibe, sino opiniones sobre lo que debió hacer y no hacer, lo que debió sentir y pensar, y lo que debe hacer en el futuro. La pobre persona que había contado "A" queda juzgada, atrapada, dando explicaciones, exponiendo los detalles, intentando que alguien vea el cuadro completo antes de saltar a conclusiones.
La soledad también se produce cuando no nos ven, cuando nos sobreinterpretan, cuando opinan sin derecho sobre nuestras vidas y decisiones. Y a la soledad se suma el miedo... el miedo a compartir, a expresarse, a ser con otros.
Los hombres son menos proclives a este vicio.
Las mujeres no hemos comprendido del todo hasta qué punto podemos ser irrespetuosas. Lo hacemos porque se supone que así está bien, por amistad, por cariño, por ansiedad. Pero digamos la verdad. Si yo hiciera una lista de las quejas-dolores femeninos que escucho, la invasión y las opiniones ajenas sin conocimiento de causa son un tema recurrente.
Seamos solidarias. El Día Internacional de la Mujer también es un momento de autocrítica. ya