Este es quizá el mejor largometraje de Woody Allen desde Match point, 10 años atrás. Como en aquel, la referencia central es Crimen y castigo, de Dostoievski, que Allen había parodiado vagamente en La última noche de Boris Grushenko (1975) y que muchos años después empezó a tomarse más en serio.
Esta vez se trata de un profesor de filosofía, Abe Lucas (Joaquin Phoenix), que llega a Braylin College precedido de una fama de mujeriego, escéptico y provocador. Su curso se llama "Estrategias éticas" y parece arrancar de la discusión de Kant sobre la razón y el mundo ético, aunque no hay muchas pistas sobre su desarrollo.
Lo que importa es que allí conoce a Jill (Emma Stone), acaso su mejor estudiante, que se siente fascinada por el nihilismo de Abe, sus experiencias en grandes tragedias recientes -desde Darfur a Katrina- y, en fin, su visión sombría de la vida. Como siempre, la alumna quiere ayudar al maestro, lo que pasa por seducirlo. Pero el bajón de Abe es más extenso: se siente desmotivado y aburrido, no logra avanzar en un libro sobre Heidegger y ha perdido incluso el deseo erótico, como lo comprueba la profesora Rita Richards (Parker Posey), que también está fascinada con él y hasta se hace la ilusión de dejar a su marido para huir a Europa a su lado.
Jill piensa en Kierkegaard cuando trata de describir la desesperanza de Abe. Pero justo en ese momento, en la mesa contigua de la cafetería una mujer describe su desesperación ante la perspectiva de perder la tuición de sus hijos en un juicio que de antemano será injusto. Esto ocurre a los 30 minutos del metraje y quiebra tanto la vida de Abe como la dirección del filme. Una conversación que altera la existencia: es una de las ideas de Woody Allen sobre el azar.
En la hora siguiente entra el principio del crimen perfecto, con resonancias de Hitchcock, Extraños en un tren y especialmente La soga, y Woody Allen se acomoda para dirigir una intriga donde cada plano, cada frase, cada gesto, conduce hacia un resultado diseñado, estricto, inmodificable. Los narratólogos llaman a esto "intrigas de predestinación".
Abe está predestinado por su nihilismo, que sin embargo es la cosa más inconvincente de su personaje. Este sujeto blando, manipulador, oportunista, tiene un gran parecido con el protagonista de Match point, lo que es otra razón para evocarla. Woody Allen explora con agudeza a este tipo de personajes masculinos: los presenta como unos seductores innatos y luego los desconstruye poco a poco, con cierta atención morbosa hacia sus miserias y al modo en que empiezan a hundirse con ellas.
Este es el largometraje número 46 de Woody Allen, que comenzó a dirigir a los 30 años y ha mantenido un disciplinado ritmo de una película por año. Es una apuesta por la cantidad. Cada cierto tiempo se puede obtener algo.
Irrational manDirección:Woody Allen.
Con: Joaquin Phoenix, Emma Stone, Parker Posey, Jamie Blakley, Sophie von Haselberg.
95 minutos