La emigración irlandesa a Estados Unidos es un subgénero en la epopeya del viaje y los nuevos mundos.
Una superproducción como "Un horizonte lejano" (1992) de Ron Howard.
La obra fallida de un buen director como James Gray: "La emigrante" (2013), que no se estrenó comercialmente en Chile ni en varios países.
O una película de Jim Sheridan, "Tierra de sueños" (2002), donde el director relató su historia y la de sus padres.
"Brooklyn: un amor sin fronteras" se inscribe con propiedad en la materia, pero su opción es la vía romántica y el protagonismo femenino, donde la joven Eilis (Saoirse Ronan) deja el pueblo de Enniscorthy y su pequeña vida irlandesa, para radicarse en el Brooklyn de comienzos de los años 50.
Hay al menos tres actuaciones secundarias que deben ser lo más destacado de una historia que avanza por la convención de una mujer que debe decidir entre dos hombres, pero también entre dos formas de vida y cultura.
Entre Tony, un gásfiter y emigrante italiano en Nueva York, que es interpretado por Emory Cohen con el molde de Marlon Brando en la cabeza; y Jim Farrell (Domhnall Gleeson), irlandés pueblerino, tranquilo y sensible.
La historia se construye sobre el trío y las dudas sentimentales y existenciales de Eilis, porque ninguno es un partido excepcional y ella es una joven inteligente, pero en esa época las alternativas fuera del matrimonio casi no existían.
En ese tiempo debe elegir entre Tony y Jim.
En los actuales tiempos, probablemente no escogería ninguno.
En los alrededores de esa columna vertebral están las tres actrices secundarias.
Jane Brennan es Mary Lacey, su madre. Una mujer viuda y con un disimulado egoísmo ancestral, porque su deseo es que las hijas permanezcan en su sitio de nacimiento, junto al pueblito y ritos, esquinas, costumbres, creencias y paseos. En cierta forma que la reproduzcan y perpetúen su especie: astuta, manipuladora y experta en traspasar culpas.
Mary Lacey se complementa con otra vecina del pueblo, la señorita Kelly (Brid Brennan), solterona y una tirana en su emporio, tan dispuesta a la atención de los ricos y poderosos, y tan lista para despreciar al pobre y necesitado.
En esas dos mujeres reverbera el pueblo ínfimo y estrecho de oportunidades, mentalidad, perspectivas y sueños.
El tercer personaje vive en Brooklyn y es la señora Keogh (Julie Walters), la dueña de casa y la administradora de una residencial para jóvenes solteras, donde llega Eilis después de cruzar el Atlántico.
En sus gestos, consejos y retos, y en sus cuidadas explosiones, hay un personaje divertido, delirante y repleto de humanidad.
La señora Keogh encarna el otro mundo de la película y lo que tanto busca Eilis y sus compañeras y compatriotas en Brooklyn: una tierra de oportunidades donde escribir y labrar con su puño, letra y sentimientos, su propio destino.
Esas tres viejas irlandesas hacen la película.
"Brooklyn". Irlanda-Gran Bretaña-Canadá, 2015. Director: James Crowley. Con: Saoirse Ronan, Emory Cohen, Domhnall Gleeson. 111 minutos. TE + 7.