Siempre había alguien que pasaba por Costa Rica y llegaba con un libro de Hugo Tassara de regalo. Recuerdo especialmente a Luis Ibarra, técnico viajado, porque llegó más de una vez con un ejemplar.
Era un hombre generoso Tassara, particularmente con sus conocimientos. Lo que no debe extrañar, pues era profesor normalista de la época en que los profesores disfrutaban enseñando. Su desempeño en el fútbol era, entonces, profundamente didáctico y expresado en un lenguaje simple, al alcance de cualquiera. Como explican y enseñan los que verdaderamente saben y que han aprendido a explicar, además.
Especial ubicación tienen en mi biblioteca la Guía Práctica del Fútbol (me parece que el primer libro de su autoría) y Fútbol Total. Este, naturalmente, apareció después del Mundial del 74 y la notable naranja mecánica de Rinus Michels y Johan Cruyff. Desglosaba admirablemente el profesor chileno el fenómeno que conmovió al mundo del fútbol de entonces y en cuya ejecutoría nos encontramos implicados hasta hoy.
De trato amable y suave, y también por su formación de maestro, se encontraba don Hugo más cercano al área formativa que a los jugadores consagrados y a las urgencias permanentes del fútbol profesional de competencia. Sin embargo, su nombre está ligado al Colo Colo más goleador de todos los tiempos, con 103 tantos en su triunfal campaña de ese año.
Estuvo también en la U y también en Palestino. Ahí lo conocí, cuando los tricolores (tetracolores, en rigor) tenían su sede en la añosa construcción de Santo Domingo casi esquina Miraflores. Allí -creo haberlo contado alguna vez-, me explicó pacientemente los fundamentos del fútbol moderno, el que había nacido en el Mundial del 58 con aquel Brasil prodigioso. "Mira", me decía, "se trata de las yuntas. Una la hacen los dos centrales, la otra los dos medios y la tercera los dos arietes". Ellos eran la columna vertebral del sistema que se imponía: el 4-2-4. Andando el tiempo, quedaría claro que el famoso sistema funcionaba con aquellas formaciones extraordinarias del Brasil de entonces... y con nadie más. No era posible armar un mediocampo con solo dos hombres, un armador y un contención, los dibujos irían cambiando con el tiempo, haciéndose más realistas.
Pero así era entonces, y Hugo Tassara lo enseñaba con paciencia y claridad.
Hizo de Costa Rica su tierra y allá fue entrenador de categoría, con triunfos en la competencia más alta y principalmente en el fútbol formativo, labor esta por la que fue premiado en más de una ocasión.
Fue un hombre bueno Hugo Tassara. Se me ocurre que habría sido incompatible con el fútbol chileno de estos días y sus prácticas tan discutibles, no solo en el nivel directivo, sino en un mal ambiente que alcanza incluso a los hinchas.
Seguramente lo percibió a la distancia y prefirió quedarse en donde su conocimiento y su personalidad eran apreciados.
Al menos, el minuto de silencio que este domingo se le dedicó en los estadios se mantuvo durante el minuto de rigor. No por márketing, sino por verdadero respeto.