David O. Russell es un cineasta con ganas de innovar. Y de dejar su huella, incluso con esa inclinación de los grandes cineastas clásicos a constituir elencos personales, en este caso el trío de Jennifer Lawrence, Bradley Cooper y Robert de Niro, ya presentes en El lado bueno de las cosas y Escándalo americano.
La historia de Joy no es nada grandiosa. Trata de una mujer de clase media que quiere iniciar una aventura empresarial y debe enfrentarse a los obstáculos que impone el capitalismo. Pero comienza de una manera sorprendente: con una teleserie en blanco y negro donde una mujer madura sufre una tormenta sentimental.
La consumidora maniaca de teleseries es Terry (Virginia Madsen), que pasa sus días en cama rumiando viejos dolores del alma que incluyen la separación de su marido, Rudy (Robert de Niro), dueño de un taller mecánico y luego novio de una millonaria italiana, Trudy (Isabella Rossellini), que será la tiránica financista de Joy (Jennifer Lawrence).
Pero antes de todo esto, otra rareza: la narradora es Mimi (Diane Ladd), la abuela de Joy, que sin embargo no llegará hasta el final de la historia; los narradores póstumos -casi siempre un sarcasmo, desde luego- dan para una breve nómina que va desde El ocaso de una vida hasta Leyenda: La profesión de la violencia, y muy, muy poco más. La abuela ha sido la primera en detectar que la niña Joy es más creativa que lo usual. En la secuencia que sigue, Joy ya ha crecido dentro de su familia disfuncional, tiene hijos pequeños y está separada de Tony (Edgar Ramírez), un excelente ex marido que sigue viviendo en el sótano. Un verdadero zoológico doméstico.
En medio de este caos familiar, Joy tiene una idea: un trapero extensible que facilite la limpieza, iniciativa que combina malignamente la ingrata experiencia fregona con una percepción personal del mercado. A partir de ese punto, Joy debe crear una línea de producción, una administración y un sistema de ventas. Pero en esto último sufre un fracaso tras otro, hasta que conoce a Neil Walker (Bradley Cooper), un mago de las ventas por televisión de pago. La tensión erótica de este encuentro queda en un obstinado segundo plano, más exigido por la forma del relato que por sus fuerzas centrípetas.
Acumulando incidentes, personajes y vuelcos, Russell transforma la pequeña historia de la Cenicienta empresarial en una investigación barroca e irónica sobre la cultura norteamericana. Pero este es solo un envoltorio ostentoso para una cosa más bien pequeña, armado por alguien que quiere dejar su huella. La explicación puede estar en un guiño extrafílmico que aparece en la primera conversación de Joy con Neil Walker, cuando, a pito de nada, este menciona a los grandes magnates del Hollywood clásico, incluido el titán David O. Selznick, que lanzó a la gloria a la torrentosa Jennifer Jones. ¿Querrá decir este nuevo David O. (Russell) que busca erigirse como el mentor de una nueva Jennifer (Lawrence)? Claro que esto ya no sería huella: sería patudez.
Joy
Dirección:
David O. Russell.
Con: Jennifer Lawrence, Robert de Niro, Bradley Cooper, Edgar Ramírez, Isabella Rossellini, Virginia Madsen.
124 minutos.