No es la historia ni la época ni son los personajes de una película anterior de David O. Russell, "El lado bueno de las cosas" (2012), pero se trata del mismo vecindario, sociedad y cultura.
En principio se podría hablar de una familia disfuncional, por las separaciones, los allegados y hay mujeres alienadas por las teleseries y la televisión; viejas disputas entre hermanas, esposos inútiles que cantan y Mimi (Diane Ladd), la abuela, repite un sueño obstinado y dirigido a su nieta Joy (Jennifer Lawrence): que triunfe en la vida, críe buenos hijos y que sea feliz.
Es la realidad de una familia normal, aunque el término "normal", para estos efectos, es una palabra estrecha e inadecuada. Acá no hay normas ni reglas. Es más bien una familia como cualquier otra, con gente que se quiere y se necesita, o a lo mejor no se soportan, pero son muchos años y están acostumbrados.
La aspiración de Mimi por su nieta Joy no se está cumpliendo en absoluto, pero esa familia se ha forjado y educado entre las clases medias de Estados Unidos y dentro de una burguesía que cree en la fábula, el golpe de fortuna y el invento.
Además son los años 90, cuando el mercado se amplía con los canales por cable para la venta, y se amplifica porque se puede comprar llamando por teléfono.
La Joy de Jennifer Lawrence, que postula al Oscar por el papel, está sencillamente excepcional y es la mejor heredera de Meryl Streep.
Su personaje asume el desafío de encarnar a una mujer plural y tantas veces desesperada porque sus roles la superan. Repara cañerías, cuida al hijo enfermo, acoge a su padre y a su ex esposo, lee cuentos a su hija, aguanta a su madre tumbada en cama, paga cuentas, trabaja, gana poco y además, desde muy niña, ha debido escuchar a su abuela con la misma cantinela: su futuro es otro, y no el pasado que sufre y el presente que padece.
En esta Tierra de Oz y antes que el huracán la arrase, Joy se aferra a una idea única: un trapero con mango firme y kilos de algodón para la absorción. Y se abraza a ese objeto como si la vida se le fuera en ello. Tiene razón.
Cruzará por un mar de sargazos: ejecutivos de televisión, dueños de patentes, mangas de intermediarios, abogados inútiles y ese enorme lastre de personajes menores que muerden lo que pueden. Esto es capitalismo esplendoroso, galopante y no es la política, donde se llora; esto es el mercado, y es sin llorar.
El director David O. Russell no le teme a la caricatura y al absurdo, a lo fantástico y lo onírico, porque la película se construye con materiales de ficción, imaginación y teleserie.
"Joy: en el nombre del éxito" es un cuento encantado sobre el país de las ofertas y la magia de las ventas en el mundo mágico de la clase media.
Un lugar que parece mentira, pero no hay que engañarse: es la vida real.
"Joy". EE.UU., 2015. Director: David O. Russell. Con: Jennifer Lawrence, Bradley Cooper, Robert de Niro. 124 minutos. T.E.