Esta película presenta una situación extrema, está plagada de vacíos e inconsistencias y proporciona información muy incompleta. Y sin embargo, es escalofriante, puede producir verdadera angustia y tiene un considerable aliento poético. ¿Cómo se ha conseguido una combinación tan extraña?
El material sería del todo inverosímil si no fuera porque de cuando en cuando se descubren casos así de abstrusos en todo el planeta, especialmente en el mundo desarrollado. Ma (Brie Larson), una joven de unos 26 años, vive en un cuarto de 10 metros cuadrados con su hijo Jack (Jacob Tremblay), que a sus 5 años cree que eso es todo lo que existe en el mundo. Incluso lo que aparece en la televisión es para él not real, imaginación pura e inmaterial. Por las noches llega un hombre, Old Nick (Sean Bridgers), que lleva algunos alimentos y hace con su madre algo que Jack no alcanza a entender.
En realidad, Ma ha sido secuestrada siete años antes, ha tenido un hijo que obviamente es el producto de una violación y sobrevive solo para él. Hasta que cierto día decide que 5 años es edad suficiente para que Jack sepa al menos parte de la verdad y colabore para urdir un plan de liberación. Todo esto ocurre antes de la primera hora del metraje; en la segunda, la película despliega una fuerza poética nueva, totalmente sorprendente para lo que ha sido hasta entonces.
La clave es que La habitación asume en forma radical el punto de vista del niño, en particular cuando las cosas se ponen más tensas y confusas. Mucha de la información que falta es la que Jack no puede conocer, sea porque no la comprende o porque le es escamoteada. Todo lo domina esa perspectiva inocente, virginal, uterina. Aun así, el director Lenny Abrahamson consigue que la mirada de Ma, su sufrimiento y su desesperación no queden en un segundo plano, sino que, por el contrario, sean el espejo de lo que ha costado que ese niño exista, haya crecido y salga al mundo mucho más tarde de su nacimiento. Ma es una víctima dolorosamente convertida en heroína.
La habitación es un melodrama, pero uno donde cuentan menos los hechos que los puntos de vista. El espectador atento se sentirá agredido por la desprolijidad visual de Abrahamson -sobre todo dentro del pequeño cuarto-, pero es preciso admitir que, en el conjunto, consigue una notable eficacia, gracias a la cual esta deja de ser una película sobre un secuestro para convertirse en otra sobre el choque con el mundo sin mundanidad, la colisión sin airbags de unas conciencias que nacen por segunda vez, niños, jóvenes o adultos.
Una cosa más: como ocurre año tras año con los relatos extremos, hay en La habitación mucha carne de Oscar. Sería raro que una de las varias nominaciones que obtuvo no la toque con su varita mercantil.
Room.
Dirección:
Lenny Abrahamson.
Con: Brie Larson, Jacob Tremblay, Sean Bridgers, Joan Allen, William H. Macy, Matt Gordon.
118 minutos.