El pequeño Jack (Jacob Tremblay) acaba de cumplir 5 años y por eso el pequeño pastel que no es gran cosa, pero lo agradece. El niño vive con su madre a la que le dice Ma (Brie Larson), aunque se llama Joy, y lo hacen en un espacio mínimo y en una habitación que es una celda: cama, servicios higiénicos, par de sillas, clóset, mesa y nada más. Un lugar sin ventanas, pero por lo alto una claraboya y por ese lugar entra la luz y el cielo azul, las estrellas y noche negra: el mundo de Jack.
Tremblay, un actor canadiense, interpretó el papel cuando tenía 8 años y se trata de una actuación infantil en el rango de lo sobrecogedor e impresionante, porque el punto de vista del niño domina la película con su asombro, ignorancia, sencillez y el candor del buen salvaje.
"La habitación", hasta los 47 minutos, transcurre dentro de un espacio asfixiante y desesperante, porque los cautivos sólo reciben la visita del Viejo Nick (Sean Bridgers), y cuando ocurre se encierra en el clóset, su Ma parte a la cama y, por alguna razón que no interpreta, la cama se mueve, cruje y cruje durante unos minutos, y luego no hay más que silencio.
El joven Jack y también los espectadores de la película, durante esos tres cuartos de hora, perciben el mundo, pero no logran descifrarlo completamente.
Hay indicios, señales y pistas, pero son insuficientes como para entender cómo una madre y su hijo llegaron a esa habitación ínfima y así saber quién es el Viejo Nick.
¿Será una historia de fantasía con algo de ciencia ficción y quizás extraterrestres en las afueras; a lo mejor Ma y Jack estarán escondidos de algo o alguien, zombis, vampiros y quién sabe?
El director Lenny Abrahamson filma el encierro con una cámara sucia por el moho, el aire enviciado y por una situación que no responde al cine de horror, porque el género es el peor de todos: es la vida real, el secuestro y un caso policial.
En algún momento la historia sale a la superficie, gracias al pequeño Jack y su valentía y arrojo.
Pero "La habitación", en todo momento, va a resistir y esquivar los hechos y datos de la causa, porque las aristas policiales, sicológicas o mediáticas son inevitables, pero también secundarias.
La película camina por los bordes de un precipicio y desde ese lugar intuye y vislumbra la profundidad del daño, lo inimaginable del sufrimiento y la hondura de la desesperación.
Unos espacios donde la humanidad y el cariño se pierden, confunden y extravían.
Son las malditas dudas que carcomen a un padre, porque perdió a su hija a los 17 y algo, y volvió después de varios años, pero con un hijo que debería ser su nieto.
Son los pudores de los médicos o de la madre, porque hay cosas que es mejor no preguntar ni saber.
Es la llegada de un amigo con una pelota de fútbol o un perro de mascota.
Y así el niño aprende, escucha y empieza a vivir.
Y eso es lo único puro e inocente del mundo.
El mundo de Jack.
"Room". Irlanda-Canadá, 2015. Director: Lenny Abrahamson. Con: Brie Larson, Jacob Tremblay, Joan Allen. 118 minutos.