Señor Director:

Unas semanas atrás se dio a conocer el caso de una feminista radical, Sara Winter cofundadora de la rama brasileña de Femen, que después de años de militancia muy violenta (Femen se manifiesta de forma muy provocativa en favor de la agenda feminista y de la ideología de género) cambió totalmente su postura y adhirió a la causa de la defensa de la vida. Ahora, Sara aboga por políticas reales para la mujer, principalmente por el acompañamiento a mujeres embarazadas. Publicó un libro que titula "7 veces fui traicionada por el feminismo". Este, dice ella, "debería centrarse más en cuidar a las mujeres que en poner sus vidas en riesgo".

Efectivamente, ella tuvo un aborto que casi le costó la vida, pero el motivo real de su cambio radical fue el nacimiento del hijo que ahora llena su vida. Afirma que "lo que me faltaba era amor". La alegría entró en su vida y está dedicada a recuperar el tiempo perdido en años de militancia. "No quiero que les pase lo mismo a ustedes", dice a las mujeres que la quieren escuchar.

Esa es la sensación con la cual uno se queda cuando escucha hablar del aborto: sensación de tristeza, soledad, dolor y muerte. Bien al contrario, la palabra vida incluye esperanza, alegría y amor. Eso no se puede cambiar.

Patricia Gonnelle
Corporación Maternitas