Salvo algunas reflexiones y desarrollos aislados, ha sido escaso el aporte desde las universidades al intenso debate sobre la educación que se ha desarrollado en Chile desde hace a lo menos cinco años.

Los rectores, obviamente, han tenido un papel protagónico en los medios, pero con posiciones muy contingentes y básicamente reaccionando al efecto que tendría sobre las respectivas instituciones que conducen los planteamientos del Gobierno o de expertos específicos. Así, han concentrado sus esfuerzos en asuntos financieros, sin aportar -salvo excepciones- una visión global y de largo plazo sobre las tendencias esperadas para el sistema de educación superior. Muchas de las recomendaciones son muy generales y, a menudo, expresan visiones simples que no se hacen cargo de las complejidades de un sistema masivo y heterogéneo.

En otros casos se han organizado interesantes ciclos de conferencias para tratar los desafíos del sistema de educación superior, pero de ahí no emerge una propuesta de mirada sobre el desarrollo que debiera tener este sistema. Las universidades son un componente esencial de la esfera pública y deben, por tanto, liderar la deliberación propia de las sociedades democráticas, pero parecen en deuda por su escaso aporte a la reflexión sobre el mismo escenario en el que ellas se desenvuelven.

Con todo, esto puede estar cambiando. La Universidad Católica ha hecho una interesante reflexión sobre el debate educacional que enfrenta el país. El libro "Ideas en educación: Reflexiones y propuestas desde la UC" es un aporte que cabe reconocer. Participaron destacados académicos de la universidad y los estudios fueron analizados en seminarios internos y públicos que permitieron un elevado escrutinio. La edición estuvo a cargo de su rector, mostrando el compromiso de la universidad con el debate nacional y revelando, además, que la esencia de lo público trasciende en esta materia la naturaleza jurídica de una institución.

En el caso de la educación superior, son particularmente interesantes los análisis que se hacen respecto de su marco institucional y del sistema de aseguramiento de la calidad. En este último aspecto destaca la importancia asignada a velar por la presencia en las instituciones de un esquema de gestión que asegure un mejoramiento continuo. Asimismo, se subraya la relevancia de que las distintas agencias reguladoras se coordinen adecuadamente de modo de evitar un agobio a las instituciones y que se concentren en monitorear aspectos esenciales que aseguren su funcionamiento con altos estándares, pero que no lesionen su autonomía y misiones. Se analizan y advierten, además, los riesgos que un modelo de financiamiento mal pensado puede tener sobre los valores constitutivos del sistema de educación superior. En fin, se trata de una obra necesaria que aborda coherentemente los desafíos no solo de este nivel educativo, sino que también del sistema escolar, y que probablemente dará lugar a nuevas aportaciones desde el mundo universitario.

Las reflexiones y propuestas sobre educación publicadas por la PUC, con una mirada global, son un valioso aporte al debate público.