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Cartas
Jueves 24 de diciembre de 2015
Andrés Bello y la gratuidad
Señor Director:
¿Qué pensaría de la aludida reforma el gran forjador de la educación pública chilena? Para tratar de adivinarlo, considérese lo que Bello escribía hace 180 años en El Araucano:
"Por lo que hace a la educación pública, no es necesario emplear muchos raciocinios para probar (...) que no debe ceñirse a preparar a los hombres para las distintas especies de carreras literarias y para las profesiones más elevadas; porque no es el bienestar solo de una pequeña porción de la sociedad el que se debe promover".
"Fomentar los establecimientos públicos destinados a una corta porción de su pueblo, no es fomentar la educación, porque no basta formar hombres hábiles en las altas profesiones; es preciso formar ciudadanos útiles, es preciso mejorar la sociedad; y esto no se puede conseguir sin abrir el campo de los adelantamientos a la parte más numerosa de ella".
"En vano desearemos que las grandes empresas mercantiles, los adelantamientos de la industria, el cultivo de todos los ramos de la producción, proporcionen copiosas fuentes de riqueza si los hombres no se dedican desde sus primeros años a adquirir los conocimientos necesarios para la profesión que quieren abrazar, y si por el hábito de ocuparse que contrajeron en la tierna edad, no se preparan para no ver después con tedio el trabajo. Las impresiones de la niñez ejercen sobre nosotros un poder irresistible y deciden por lo común de nuestra felicidad. Difícil es que el que deja pasar este período hermoso de la vida sumergido en el abandono, el que no aprendió desde niño a sojuzgar la natural inclinación al ocio (...) pueda después mirar sin horror el trabajo y no prefiera la miseria al logro de un desahogo y de unas comodidades que juzga demasiado caras si las compra con el sudor de su frente" (Sobre los fines de la educación y los medios para difundirla, 1836).
Así pues, no parece osado imaginar que Bello compartiría hoy la opinión de quienes cuestionan la asignación prioritaria de una cantidad tan importante de recursos públicos para engalanar la corona de un gigante con pies de barro (postergando necesidades primarias de un país educacionalmente desvertebrado).
Fernando Londoño M.
Abogado